Sociedad

«De Pedro Almodóvar no hablo porque se enfada»

Carmen Maura Premio Donostia

SAN SEBASTIÁN. Actualizado: Guardar
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Cuando Álex de la Iglesia le sopló a Carmen Maura que el Zinemaldia le honraba con el premio Donostia, esta no se lo creyó: «Pero si solo se lo dan a extranjeras...». Paco Rabal y Antonio Banderas han recibido este galardón, pero Maura es la primera española que lo consigue. «Estoy blandengue, a lo mejor me emociono», confesaba pocas horas antes de recogerlo en el escenario del Kursaal de manos de Álex de la Iglesia y Mario Casas.

Fue el colofón a un día en San Sebastián consagrado a 'Las brujas de Zugarramurdi', donde la actriz brilla como Graciana Barrenechea, la bruja más poderosa del pueblo. Elabora pociones y hasta camina por el techo. Todo sin perder ese señorío y el tono entre borde y cercano que la Maura cultiva en la vida real. Como de vuelta de todo, pero a la vez hablándote sin tapujos y con sinceridad desarmante.

«Álex es un superfán de las mujeres, las adora: flacas, gordas, altas, bajas...», responde cuando se le pregunta por el tono misógino del filme. «No es una película contra las mujeres, pero sí refleja que su director está viviendo los típicos problemas de los hombre separados. Le divierte dibujarnos muy malas». Si todo son halagos al bilbaíno -«me tiene mucho cariño»-, la frialdad asoma por contraste al surgir el nombre del director que la convirtió en estrella internacional: Pedro Almodóvar. «Del otro no puedo hablar, porque se enfada», confiesa. «Imagínate. Me preguntan por Almodóvar en el mundo entero. Y yo no soy una tía agresiva, respondo con sentido del humor. Pero se pica. No merece la pena hablar de él, la última vez fue un escándalo. Y a mí no me van los líos, no quiero estar saliendo en internet».

Maura prefiere recordar el duro rodaje en Zugarramurdi, colgada de cables y sintiéndose poderosa cuando arengaba a las brujas, en realidad vecinas del pueblo descendientes de aquellas mujeres quemadas en la hoguera. «Yo nunca he querido ser la líder de nada, ni en la pandilla, ni en clase. Pero reconozco que me daba subidón cuando esas brujas callaban y gritaban a un gesto de mi mano».

El Donostia recompensa una carrera que arrancó en el teatro independiente, siguió en televisión y culmina en una filmografía rodada entre España y Francia. «En mi vida lo más fácil ha sido ser actriz, todo lo demás me ha costado mucho más esfuerzo y lágrimas», reconoce. «He tenido mucha suerte, un ángel de la guarda increíble».

Su mérito, según ella, es «que sirvo lo mismo para un roto que un descosido». «No me importa salir hecha un Cristo y no pienso luchar contra las arrugas. Ser joven no es una virtud, sino una circunstancia». La protagonista de 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' remarca su edad, 68 años. «Lo digo siempre». Hablar un francés perfecto también le abrió las puertas del país vecino hasta el punto de que pasa más tiempo en su piso del Marais que en su casa de Madrid.

«Yo les recomiendo a las actrices españolas que aprendan francés, porque allí escasean. Las francesas son como más retenidas, no tienen nuestra energía. Las españolas podemos tener allí mucho más éxito, no tenemos nada que envidiar a las extranjeras». Trabajo no le falta a la intérprete, que acaba de rodar una película hablada en italiano, una serie en francés y en diciembre estrenará en el María Guerrero 'Carlota', una comedia de Mihura con la que vuelve a sus orígenes en los escenarios.

«Yo leo todo lo que me envían», explica. «Y a estas alturas me da igual que sea un director famoso que un desconocido si el proyecto me gusta. Acabo de rodar en Colombia con un chico que no conocía ni Dios y lo pasé genial». Su propósito, trabajar menos y descansar más. «No me preocupa no hacer nada, no soy muy sociable pese a mi trabajo. Soy capaz de irme al campo sola».

Así que Maura solo espera que 'Las brujas de Zugarramurdi' «haga mucha pasta y la gente vaya a verla a las salas y no se la baje de Intenet». En estos tiempos de películas hechas con cuatro duros y por equipos sin cobrar, la actriz defiende que en el cine español «abunda el talento y la imaginación, solo nos falta el dinero». Y recuerda el rodaje de 'Tetro', en Argentina a las órdenes de Coppola, como un ejemplo de lo que no hay que hacer, bajarnos los pantalones solo porque el director sea una deidad. «Me sorprendieron las condiciones en que se rodaba, contratando a estrellas argentinas por una miseria para hacer de figurantes. Como era Coppola... Si quería hacer una película pequeñita, que la hubiese hecho en su finca con su familia». Maura clama que no tendríamos que aceptar «esas ordinarieces».