Soldados suizos, en bicicleta, durante unas maniobras militares. :: REUTERS
Sociedad

Ardor guerrero a lo suizo

El 73,3% de los helvéticos vota a favor de su servicio militar obligatorio, pagado y que les permite llevarse a casa el fusil de asalto

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Suiza es un país neutral, lo que no quiere decir que no tenga ejército. Pero a diferencia de la mayoría de sus vecinos europeos, en la defensa del territorio patrio participan todos los suizos y no lo hacen un año, ni dos, ni tres, sino en diferentes periódos de su vida hasta los 30 años. Sin embargo, la mili no debe ser algo traumático en la Confederación Helvética, porque el 73,2% de los suizos rechazaron ayer en referéndum la abolición del servicio militar obligatorio. Eso supone que 1,76 millones de ciudadanos votaron a favor y 646.00 en contra, tal como proponía la organización pacifista Por una Suiza sin Ejército (GSsA, por sus siglas en francés).

Las fuerzas armadas suizas están integradas solo por un 5% de soldados profesionales. El resto, hasta unos 100.000 efectivos, lo integran jóvenes que cumplen el servicio militar, que es obligatorio para todos los hombres entre los 18 y 34 años. Las mujeres pueden alistarse como voluntarias.

De esta manera, lo suizos son reclutados a los 18 años, pero no significa que tengan que incorporarse inmediatamente a filas. Tienen que recibir un entrenamiento basico durante 21 semanas y antes de cumplir los 24 años.

Después son destinados a las unidades -aire o tierra, dado que Suiza no tiene mar-. Los soldados permanecen en filas hasta más o menos los 30 años. Sin embargo, no están todo ese tiempo acuartelados. Su compromiso básico fija que deberán cumplir unos 260 días de mili. En ese tiempo realizarán al menos seis cursillos de actualización de las tácticas de combate y armamento en su acuartelamiento.

El éxito de este modelo puede radicar en que mientras están en filas, los suizos tiene que interrumpir sus obligaciones laborales en la vida civil. Durante ese tiempo, recibe entre el 80 y el 100 % de su salario que le paga su propio empresario (un soldado puede cobrar entre 1.000 o 5.000 euros, dependiendo que sea un asalariado o ejecutivo de una multinacional). El Estado abona al empresario una indemnización por llamar a filas a su trabajador. Los estudiantes y los parados perciben la cantidad directamente del estado.

Durante ese tiempo, los soldados están autorizados a llevarse a casa el armamento. Tienen la obligación de realizar prácticas de tiro de manera regular. Esto ha motivado que en el país más neutral del mundo y debido a la ausencia de resistros oficiales, nadie sabe cuantas armas tienen los ciudadanos en sus domicilios.

Hay cálculos más o menos oficiales que cifran en 2,3 millones las armas de guerra -cortas y largas- repartidas entre la población. Junto a las habituales escopetas y carabinas de caza, los helvéticos atesoran modernos fusiles de asalto de los modelos SIG.