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MUNDO

Golpe a los oasis del consumo

El atentado de Nairobi constituye una revancha hacia la elite del país, aliada del Gobierno de Somalia para combatir a los radicales

G. ELORRIAGA
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Cualquiera puede convertirse en víctima del súbito asalto armado de un centro comercial occidental. Resulta de lo más variopinta la condición social de los clientes que respetan la fila de las múltiples cajas del supermercado, curiosean en las tiendas franquiciadas o deambulan por sus largos pasillos en busca de gangas. El ataque de los presuntos islamistas al Westgate no ha buscado tanto el elevado y heterogéneo botín de víctimas como un golpe a la elite local. Aparentemente, el aspecto exterior de los 'mall' de la capital keniana no difiere sustancialmente de los europeos o norteamericanos, pero su interior evidencia la complejidad de este país, dividido por agudas diferencias tribales y, sobre todo, abismos sociales y económicos. El objetivo de Al-Shabab ha sido la exigua comunidad con capacidad adquisitiva para acceder a estos paraísos del consumo, el colectivo que guía los destinos de la potencia regional del Cuerno de África.

En uno de los flancos del Westgate se encuentra un restaurante de comida internacional que dispone de terrazas exteriores, mientras que el supermercado en el que se hallan aún los guerrilleros con los rehenes se sitúa en el centro de la planta baja, un amplio recinto fácil y rápidamente accesible desde el exterior. A diferencia del Viejo Continente, los centros de este tipo poseen seguridad armada, pero carente de medios suficientes para repeler una operación de envergadura. En el segundo piso se ubican tiendas de firmas globales, pero también establecimientos de artesanía y moda tradicional india, bien surtidos de saris, dhotis y kurtas. Aunque este colectivo no llega al 1% de la población, se trata de una minoría urbana dotada de amplios recursos que frecuenta estos locales.

Los asiáticos llegados en tiempos coloniales, la exigua clase media nativa y los extranjeros blancos, constituyen la clientela de los emporios comerciales, ajenos a una mayoría que se nutre en los puestos callejeros y el mercado central, exento del glamour. El Westgate y el Sarit Centre se hallan en los Westlands, barrio periférico menos congestionado, y teóricamente más seguro, que el acogotado centro de una ciudad habitualmente sofocada por el intenso tráfico y altos niveles de delincuencia. La zona aparece como una de las áreas de expansión del distrito financiero, además de proveer de nuevos hoteles de alto 'standing'.

La iniciativa de Al-Shabab pretende castigar al régimen keniano, uno de los agentes esenciales en la reconquista de Somalia por el Gobierno de Mogadiscio. Nairobi ha ocupado el sur del país y arrebatado a los islamistas del puerto de Kismayo, ruta esencial para el comercio de carbón que nutría las arcas de las milicias. Además, las ejecuciones de los no musulmanes pueden generar conflictos con la comunidad de expatriados somalíes y herir su industria turística.