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Las virtudes antipáticas

Inteligente, dura y discreta, Angela Merkel, la mujer más poderosa del mundo, hace votos para que las urnas le den un tercer mandato

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No es raro que el debate público en España termine siendo una acumulación de clichés que ruedan por la pendiente del sarcasmo. Eso explica tal vez que durante los últimos años Angela Merkel haya sido para nosotros, a grandes rasgos, la culpable de todo. Desde que estalló la crisis y Europa, azuzada por Alemania, comenzó con las exigencias y la amenaza del rescate, proliferaron entre nosotros los chistes sobre Merkel, la señora de las chaquetas en serie. También comenzó a dirigirse hacia ella una suerte de extensa y difusa animadversión nacional.

Se diría que, además de caernos mal, a Merkel no la terminamos de entender. Esa mezcla suya de insignificancia y fortaleza. Esa constante apelación al esfuerzo ajeno. Señalemos como curiosidad que al mismo tiempo no nos cuesta entender personalidades llamativas como las de Blair, Sarkozy o Berlusconi. Pero Merkel, tan poco carismática y sin embargo tan implacable... ¿Qué clase de persona es esa que parece obsesionada con los países del sur, que se muestra ajena a nuestro rechazo, que gobierna el destino de Europa sin dejar de transmitir la impresión de serenidad de quien tiene un 'apfelstrudel' perfeccionándose en el horno?

Quizá no fuese mala idea comenzar diciendo que Angela Merkel es hija de un pastor luterano que, en 1954, decidió dejar la emergente Alemania Occidental para continuar su labor donde más falta hacía: en la República Democrática Alemana, bajo la atenta mirada de los comisarios políticos comunistas. Aquel hombre se llamaba Horst Kasner y abandonó la comodidad de Hamburgo para instalarse en Templin, una pequeña ciudad próxima a Berlín. Se llevó con él a su mujer, Herlind, maestra y profesora de idiomas, y a un bebé de pocos meses, su primera hija, Angela Dorothea.

Angela Merkel ha reconocido que no fue fácil crecer en la Alemania comunista siendo la hija de un reverendo que se dedicaba además a la formación de nuevos pastores. El ambiente hostil hizo que se esforzarse por destacar, obteniendo un expediente escolar brillante, especialmente en lo referente a las ciencias y el idioma ruso. Al tiempo, la figura paterna le transmitió unos valores que sin duda habrían de marcar su perfil político: seriedad, discreción, honestidad y una confianza absoluta en que es el tesón y el espíritu de sacrificio lo que hace que una persona sea dueña de su propio destino.

En 2009 Merkel explicó que tal vez su característica contención física y verbal tenga que ver con aquellos años en la RDA, un lugar infestado de micros y delatores en el que «la más mínima inflexión o cambio de palabras podían llegar a ser reveladores». Tras el colegio, Merkel estudió Física en Leipzig y se casó a los 23 años con Ulrich Merkel, un compañero de universidad del que se divorciaría cinco años después.

También se afilió en esa época a las juventudes comunistas. Se lo recordó recientemente ese alegre censor que es Günter Grass. Pero se supone que lo hizo solo para poder estudiar en la universidad. La joven Merkel llevaba en realidad 'jeans', frecuentaba alguna que otra discoteca y no tenía ninguna presencia política. Tras trabajar durante doce años en la Academia de Ciencias de Berlín, sección de Química Teórica, se doctoró con una tesis cuyo título quizá puede darnos una idea del alcance y el rigor de su pensamiento: 'Influencia de la correlación espacial de la velocidad de reacción bimolecular de reacciones elementales en los medios densos'. ¿La nota? Sobresaliente.

La muchachita

Fue en 1989, con la caída del Muro, cuando Merkel decidió meterse en política, ese otro medio denso. Lo hizo afiliándose a Despertar Democrático, un pequeño partido surgido de círculos protestantes de Leipzig. Pronto el grupo se diluiría dentro de la CDU de Helmut Kohl, quien no tardó en fijarse en las capacidades de Merkel, a quien promocionaría. De ese modo, consiguió ascender en el partido, aprendiendo a negociar y sobrevivir, venciendo las reticencias de los conservadores que no le perdonaban que conviviese sin casarse con su segunda pareja, el discretísimo, casi invisible, profesor Joachim Sauer.

Bajo la protección de Kohl, que la apodaba «mi muchachita», Merkel ocupó los ministerios de la Mujer y de Medio Ambiente. Cuando en 1999 estalló el caso 'Spendenaffäre', un escándalo de financiación ilegal que afectaba a la cúpula de la CDU y al excanciller Kohl personalmente, la muchachita dio un golpe de mano inesperado. Exigió en un artículo que se supiese toda la verdad y que el gran líder abandonase el partido. «La época de Kohl ha terminado irremediablemente», escribió Merkel en el Frankfurter Allgemeine, el periódico de referencia de los democristianos alemanes.

Un año después, Merkel lideraba por aclamación la CDU. Y en 2005 conseguía terminar con el reinado de otro patriarca de la política alemana, el socialdemócrata Schröder, que cometió el error de menospreciarla varias veces durante la campaña. Se convirtió así en la primera mujer que accedía a la jefatura del Gobierno alemán. Educadísima y letal, en su discurso de investidura tuvo un recuerdo para Kohl: «Querido amigo, su obra tiene una permanencia histórica». En aquel discurso reivindicó también el espacio central de la política, defendió los valores familiares y un liberalismo económico moderado por cierto compromiso humanista.

El resto es conocido: un trayecto que, visto desde aquí, desemboca en todos esos chistes que corren por la Red. Angela Merkel se enfrenta hoy a las elecciones que pueden permitirle acceder a un tercer mandato. Su éxito es el de un político lleno de virtudes serias, casi antipáticas, que carece asombrosamente de cualquier clase de encanto mediático. Aun así, es la mujer más poderosa del mundo según Forbes. Puede que hoy espere a que cierren los colegios electorales en el que es su lugar favorito de la casa de Berlín que comparte con su pareja: la cocina. Merkel suele decir que le encanta cocinar. Y, mirando al suelo, con ese rubor inconcebible en un líder mundial, asegura a continuación que su plato estrella es el puré de patatas.