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Lastrados por el pasado y listos para negociar

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Con la victoria segura de Merkel y la Unión, los demás partidos aparecen condenados a ser comparsas. El SPD, que hace cuatro años tocó fondo histórico con un paupérrimo 23% de votos, tiraría cohetes si lograra acercarse hoy al 30%. Los socialdemócratas ya han interiorizado que derrocar a Merkel juntando sus votos con los de Los Verdes es una utopía, han centrado el final de su campaña en evitar que conservadores y liberales vuelvan a gobernar y se preparan para negociar una 'gran coalición' con la Unión, como la que gobernó Alemania entre 2005 y 2009 encabezada por la presidenta de la CDU-CSU. Incluso el candidato a la jefatura del Ejecutivo y ministro de Finanzas en aquel primer Gabinete de Merkel, Peer Steinbrück, quiere formar parte del equipo negociador de su partido, pese a rechazar una hipotética cartera ministerial.

La campaña del SPD se ha visto inevitablemente lastrada por el legado de reformas del Estado de bienestar que hace 10 años puso en marcha el último hombre al que el partido sentó en la Cancillería de Berlín. Gerhard Schröder fue el padre de la Agenda 2010, que pretendía combatir el paro de larga duración mediante un severo recorte de ayudas sociales. Entre 2003 y 2008, unos 130.000 alemanes devolvieron el carné por entender que el partido dio la espalda a la justicia redistributiva. Ahora, Steinbrück quiere que los bancos contribuyan «a pagar la crisis que han generado» y plantea subidas fiscales para «el 5% más rico».