Una amistad tutelada
Merkel avaló a Rajoy, alumno aventajado de las reformas que pregona Berlín, cuando la mayoría de la UE quería intervenir la economía española
MADRID. Actualizado: GuardarEl «How are you, Angela?» con el que Mariano Rajoy saludó a Angela Merkel en su primera visita oficial a Berlín como presidente del Gobierno -el 26 de enero de 2012- confirmó que la relación entre ambos era tan cordial como añeja. La timidez, pero sobre todo la falta del dominio del inglés, hacen que sea casi imposible oír a Rajoy emplear ese idioma en público. Para refrendar que no eran dos simples dirigentes internacionales en un acto protocolario, Merkel, al verlo aparecer sin abrigo en la gélida mañana berlinesa, le preguntó si no tenía frío. Rajoy aparcó y empleó un ademán para negarlo.
Ambos forjan su relación en 2004, cuando comenzaron a coincidir en las reuniones del Partido Popular Europeo como líderes del PP y de la CDU, respectivamente. Ninguno de ellos gobernaba entonces, pero los exhibían con la etiqueta de favoritos. Merkel apenas tardaría un año en convertirse en la primera canciller alemana, mientras que Rajoy tardaría una década en conquistar La Moncloa, en diciembre de 2011. Desde entonces han compartido una prolija agenda común que les ha llevado a verse en 21 ocasiones en tres continentes distintos.
El papel de alumno aplicado de las políticas de austeridad y acérrimo convencido de las reformas estructurales conquistó desde un principio la complicidad de Merkel, que avaló a Rajoy en momentos muy delicados. A finales de mayo de 2012, España era el centro de las miradas de toda la comunidad internacional. Su economía, la cuarta más importante de la zona euro, estaba a punto de zozobrar y, con ella, el sueño de la moneda única, según los analistas más agoreros. Pese a las presiones de la Comisión Europea y del FMI, Rajoy se resistía como gato panza arriba a pedir el rescate e, incluso, negaba la necesidad de lo que se denominó como rescate financiero.
Merkel, durante un receso en la Cumbre de la OTAN en Chicago -20 de mayo-, citó a Rajoy y a su equipo de La Moncloa a una reunión que, de entrada, tenía la intención de ser todo menos discreta. Los dos presidentes navegaron a pleno sol por el río que atraviesa la ciudad para intentar amansar unas aguas turbulentas que algunos rotativos británicos -como The Telegraph- alimentaban con titulares incendiarios como «Rajoy es un muerto viviente y España debe salir del euro».
La canciller terció ante los socios y pidió un pequeño margen para el Gobierno español y, sobre todo, para los ajustes y las reformas estructurales puestos en marcha y para los que tenía en cartera. Unas políticas que Merkel, poco dada a ese tipo de gestos, alabó públicamente. Incluso destacó, en plena tempestad, la transparencia del sector financiero español que estaba siendo sometido a los peculiares 'test de estrés'.
El inmovilismo
Semanas más tarde y contra pronóstico, Luis de Guindos, ministro de Economía, solicitó al Eurogrupo el rescate de la banca española -Bruselas provisionó un fondo de hasta 100.000 millones- pero Rajoy evitó que España siguiera los pasos de Irlanda, Portugal y Grecia, lo que habría supuesto su irreversible hundimiento político.
Donde más veces se han visto Rajoy y Merkel ha sido en Bruselas, durante los once tensos consejos europeos en 2012 y en lo que llevamos de 2013. Cada vez que resonaron los reproches ante el escaso resultado que estaban dando las políticas de austeridad extremas, España cerraba filas en torno a Alemania. Pero esta inquebrantable lealtad fue erosionándose levemente ante el inmovilismo de Berlín y, de modo sorprendente, ante la alianza puntual que formó Rajoy con el ex primer ministro italiano Mario Monti.
Rajoy y Monti decidieron plantarse ante Alemania y Francia, que habían pactado un fondo de 120.000 millones a favor del crecimiento en la UE, sin contar ni con Roma ni Madrid. Los dos primeros ministros amagaron con la posibilidad histórica de vetar ese acuerdo si no abría la puerta a dotar de liquidez, mediante ayudas directas a la banca, a los países con problemas de financiación como Italia y España.
Fuentes del Gobierno destacan que, más allá de desencuentros puntuales, las relaciones entre ambos países y, sobre todo, entre Merkel y Rajoy son excelentes. Tanto es así que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, también ha viajado en un par de ocasiones a Berlín para explicar a Merkel, y a otros miembros de su Gabinete, la marcha del ambicioso plan de reformas y de contención de los números rojos de las cuentas públicas de las distintas administraciones españolas. Sin el respaldo alemán, la Comisión Europea nunca habría permitido la flexibilización en los objetivos de déficit que ha permitido al Ejecutivo guardar la tijera de los recortes, al menos de momento.
encuentros en tres continentes -aunque la mayoría de ellos se han celebrado en Bruselas- han mantenido Rajoy y Merkel desde que el líder del PP llegó a La Moncloa en diciembre de 2011.