El desprecio a un símbolo
El abandono institucional de la Escuela de Hostelería demuestra cómo es capaz de tratar la Junta a un centro respetado, popular y sobre todo productivo para el empleo
Actualizado:Las reuniones se fijan y se celebran. Se aplazan y se reanudan pero todas acaban igual. Buenas palabras, promesas, preocupación y anuncio de soluciones. Pero no llegan y va para medio año que las 17 personas que trabajan, incluidos docentes, en la Escuela de Hostelería de Cádiz no han cobrado. Podría tratarse de una historia tristemente frecuente en la provincia, incluso en Andalucía. Sería un centro laboral o académico más sometido a la inanición económica por la torpeza gestora de la Junta de Andalucía. Pero en este caso, se trata de un símbolo. La Escuela de Hostelería del Carmen ha sido, para muchos gaditanos, un local de referencia durante los últimos años. Al magnífico servicio hostelero de su restaurante de prácticas se unía el papel como punto de encuentro de jóvenes que han dado un sorprendente impulso a la gastronomía provincial. Pero, por encima de cualquier consideración, el centro era una fábrica de empleo. El índice de inserción laboral de sus alumnos (80 están a la espera este año) era más alto que en cualquier otro sector. La mayoría de los alumnos recibía ofertas de empleo atractivas incluso cuando mediaban su formación. De sus aulas han salido, no ya emergentes figuras de la cocina o la coctelería, sino cientos de trabajadores que reciben un salario estable en locales de toda España. Ese es el tesoro que la Junta debería preservar en una ciudad que pretende ser turística. El consejero de Educación, y hasta ahora de Turismo, Luciano Alonso, despachó ayer el creciente malestar con otra promesa: en octubre se habrán solventado los atrasos, impagos a proveedores, cortes de suministro... Y el curso podrá empezar. Pero a estas alturas, a finales de septiembre, nadie sabe si el símbolo seguirá en pie. Un desprecio.