La agridulce resaca de Baviera
Merkel aspira a reeditar la alianza de Gobierno, pero la debacle de su socio lleva a la CDU a reclamar todo el apoyo para la canciller
BERLÍN.Actualizado:Todo son complicaciones para la cristianodemócrata Angela Merkel a cinco días de las elecciones legislativas en las que aspira a su tercer mandato. El triunfo con mayoría absoluta de sus hermanos socialcristianos en Baviera (CSU) no es solo motivo de alegría. Esa victoria que devuelve al sureño Estado Libre a épocas del legendario Franz Josef Strauss supone a la vez una amarga derrota para los liberales (FDP). El socio menor de Merkel en Berlín no solo queda fuera de la Cámara legislativa en Múnich, sino que lo hace con un desmoralizador resultado del 3,3% de los votos. En las anteriores elecciones había superado el 8%.
Tan miserable cosecha no presagia nada bueno para las elecciones del domingo próximo y los liberales, en estado de pánico, reclaman ahora de los votantes de la Unión apoyo electoral para salvar la actual coalición gubernamental. De las dos papeletas que el elector introduce en la urna, la primera nominal para el candidato directo y la segunda para apoyar a un partido determinado, el FDP mendiga ahora esta última a los cristianodemócratas y socialcristianos bávaros para asegurarse de que rebasa el mínimo del 5% de votos que da garantía de escaños en el Bundestag.
Pero la Unión ya ha dicho que de ninguna manera, y que los liberales deberán conseguir entrar en el Parlamento ellos solitos. La formación de Merkel quedó escarmentada en los comicios del populoso Estado de Renania del Norte-Westfalia, donde la coalición conservadora-liberal perdió el poder en favor de socialdemócratas y verdes después de hacer campaña para ceder esa segunda papeleta al FDP. «El segundo voto es el voto para Merkel», ha dicho tajantemente el secretario general de la CDU, Hermann Gröhe.
Pero también resulta un engorro para la canciller el triunfo absoluto de sus hermanos del sur, porque al líder socialcristiano y jefe del Gobierno de Baviera, Horst Seehofer, se le suben los humos y se empeña ahora, ante tan abrumador respaldo, en plantear incómodas exigencias para el próximo Gobierno de Berlín. Como el peaje para los vehículos extranjeros que circulan por las carreteras alemanas y que para Merkel no solo es inaceptable, sino inviable. La reina de la armonía tendrá que hacer equilibrios retóricos para no enfrentarse a Seehofer en plena recta final hacia su tercer mandato en Berlín.
La victoria de la CSU supone también un problema de motivación. Un triunfo tan aplastante en Baviera hará que más de un votante conservador decida quedarse en casa y no acudir a las urnas el domingo próximo, convencido de que la reelección de Merkel y su coalición es cosa segura. Y el empate técnico que auguran las encuestas más recientes entre los partidos del Gobierno y los de la oposición podría decantarse finalmente a favor de los segundos.
Estos últimos tampoco tienen demasiados motivos de júbilo. Es cierto que el SPD ganó algunos puntos en Baviera, pero tampoco tantos como para rebosar optimismo vista la diferencia frente a los conservadores.