El ex jefe superior de Policía del País Vasco Enrique Pamiés y el exinspector José María Ballesteros, ayer, al inicio del juicio del 'caso Faisán'. :: E. NARANJO / EFE
ESPAÑA

Pamiés niega el 'chivatazo' y su investigador replica que hubo «orden política»

El principal acusado del 'caso Faisán' declara que jamás habló con Elosúa y que el día del soplo preparaba una reunión con un confidente

MADRID. Actualizado: Guardar
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El comisario Enrique Pamiés, principal acusado del 'caso Faisán', el 'chivatazo' a la red de extorsión de ETA, trató ayer por todos los medios de desvestir las evidencias que pesan contra él. Vino con la lección aprendida, centrada en que la mañana del soplo, el 4 de mayo de 2006, estaba preparando una cita con un confidente. También trató de desligar la delación de una decisión política. Pero toda su tesis fue duramente replicada por el comisario Carlos Germán, investigador del 'chivatazo', que le dio la vuelta a sus argumentos como un calcetín.

En la primera jornada del juicio que se celebra en la Audiencia Nacional, Pamiés aseguró que «nunca» hubiera aceptado órdenes políticas para llevar a cabo una acción como el soplo e interrumpir la operación contra el aparato económico de ETA. «Para nada, no la recibí. Y si la hubiera recibido, tampoco lo hubiera admitido», defendió. Acusado de colaboración con banda armada y revelación de secretos, por lo que se enfrenta a hasta diez años de prisión, utilizó la carta del confidente para alejarse de la acción del soplo. Y con esa coartada trató de disfrazar todo su testimonio.

Eso incluyó la comparecencia del segundo acusado, el inspector José María Ballesteros, la persona que acudió al bar Faisán la mañana de autos. Y también la declaración del confidente, apodado 'El Romano', que corroboró a duras penas la supuesta reunión con Pamiés.

En esta línea de defensa, el actual comisario de Huesca se mostró seguro ante las preguntas incisivas del fiscal Carlos Bautista. Respondió que el cruce de llamadas con diversos policías el día previo al 'chivatazo' se debió a su sorpresa porque la Comisaría General de Información no le mencionó la inminente operación contra ETA. Y reconoció que conversó por teléfono con el entonces director general de la Policía, Víctor García Hidalgo, la noche del 3 de mayo durante más de 27 minutos para, precisamente, «protestar» por la falta de información de la operación. «No fue por otras cuestiones», aseguró.

Tsunami Germán

La respuesta fue importante, porque García Hidalgo, cargo del Partido Socialista de Euskadi, llegó a estar imputado en el caso por ser el supuesto responsable del encargo del soplo, en un momento de tregua de ETA y con el Gobierno socialista tratando de verificar una negociación con la banda. Sin embargo, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional levantó su imputación antes del juicio al no apreciar indicios contra él.

Pero a partir de ahí llegó la cascada del comisario Carlos Germán. El encargado de investigar por qué se abortó la operación policial, que acabaría ejecutándose el 22 de junio de 2006, un mes y medio más tarde, aseguró al tribunal que «es imposible que el móvil del 'chivatazo' estuviera en la cabeza de un policía» y concluyó que «hubo orden política».

Sólido, tranquilo, Germán declaró como testigo durante más de cuatro horas y mantuvo que la connotación política del caso se evidenció por la implicación en la red de extorsión de ETA del dirigente del PNV Gorka Aguire, ya fallecido, que pretendía entregar dinero a Joseba Elosúa, dueño del bar Faisán de Irún.

Germán aseguró que la misma tarde del soplo conocieron que se había producido una «filtración policial» gracias a la baliza instalada en el vehículo de Elosúa. «Supimos que se habían cometido dos delitos, uno es España y otro en Francia. El interlocutor fue un policía y quién estaba al otro lado, también», aseguró.

Relató que se lo dijo a su jefe de unidad, José Cabanillas, y señaló que su deber era comunicárselo al juez instructor, Fernando Grande-Marlaska, que entonces llevaba la operación contra la red de extorsión. «Marlaska decidió que fuera yo quien investigara la filtración. Entre otras cosas porque sabía que yo no había sido», afirmó, antes de apuntar a que las autoridades francesas también pudieron estar implicadas en la delación.

Hoy continuará el juicio con la presencia del dueño del Faisán, Joseba Elosúa, sus familiares y más testigos, entre ellos policías. Además, el comisario Carlos Germán tendrá que acabar con su intervención, que fue interrumpida pasadas las nueve de la noche.