Pepe, Manolito y Doña Mercedes
Actualizado: GuardarSon las formas del deber que no del querer. De tanta camaradería y cercanía con los suyos y de la que se han jactados para dar a entender que son uno más, han terminado desubicados y ahora se encuentran en el limbo jurídico como estadio previo al purgatorio de la justicia. Dicen que estaban en Babia. Pero, ni estaban en ese lugar, ni en el fondo y en la forma eran tan cercanos al común de los mortales. Son aforados y por lo tanto unos privilegiados con escaso fundamento democrático en un Estado de derecho. Tiempo le ha faltado a Don José Antonio para justificar su condición alegando títulos más que suficientes. El aforamiento se ha convertido en una especie de derecho de pernada. Ocurre que los políticos penalmente sospechosos aprovechan su peculiar condición para obstaculizar, entorpecer y evitar ser encauzado. Vayamos con ‘Manolito’ como es llamado por sus camaradas gaditanos. Yo me dirijo a él como Don Manuel, aunque sólo sea merecedor de ello porque otrora fue presidente de la Junta de Andalucía, pero por nada más. Una persona que ha sabido aupar a periodicuchos del lugar donde las moscas verdes merodean en el campo, al menos yo recuerdo todavía el hedor de todo ello. Por eso acudo al refranero español cuando dice que «a cada cerdo le llega su San Martín», aludiendo a la compensación que cada uno recibirá llegado su momento. Periodistas que intentaban hacer causas generales como si de Torquemada se tratara. Anunciando a diestro y siniestro alcachofa en mano, ‘causas’ que ellos mismo abrían, ‘según las denuncias a las que había tenido acceso’. Por haber sido los grandes mamporreros del lugar, fueron condecorados y por supuesto también ha vivido a su sombra que, por cierto y por razones obvias, es grande. Periodistas que confundes el ser con el estar, que viven en un país que desde luego no es mi país, donde funcionaba el correo, sin saber lo cómodo que es el e-mail. En fin, son tantos que no hay espacio para más. Pero los que se sientan aludidos, ya saben.... «lo siento». Pobre cerdo el del refrán. Me quedo con la juez de España. Hierática como figura de la antigüedad egipcia. Sale del juzgado como yendo a buscar a Marco Antonio. Por ello me recuerda a Cleopatra, aunque le falte en su retranca la corte de las cien nubias desnudas.