William Cantelo. / BBC
INDUSTRIA ARMAMENTÍSTICA

Misterios de la ametralladora

Existen dudas sobre la paternidad de uno de los inventos que cambió los campos de batalla

MADRID Actualizado: Guardar
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Dicen que las piedras tienen más muertos a sus espaldas que las armas, pero el dicho se ha quedado viejo con la llegada de las armas de destrucción masiva. Aunque no masiva, pero si multitudinaria, una de las más mortíferas es la ametralladora. Esa que se echa bajo el brazo Rambo y que no hay que confundir con un fusil de asalto como son el español Cetme o el ruso Ak-47 Kalasnikov. La ametralladora siempre va en un emplazamiento, bien sea un trípode, un carril o suspendida para disparar desde un helicóptero.

El origen de este arma es todo un misterio ya desde hay dudas de quién es realmente su descubridor. Según un reportaje reciente de la BBC, a principios de 1880 los vecinos de la calle Bargate de Southampton, en el sur de Inglaterra, estaban hartos del ruido que hacía uno de sus vecinos en un sótano.

William Cantelo disparaba continuamente mientras experimentaba una nueva arma que había fabricado. El ingeniero había construido un artilugio que disparaba repetidamente sin descanso. Era la ametralladora. Una máquina que aprovechaba los gases que desprenden los cartuchos al disparar para cargar el siguiente proyectil. Más mortífera y rápida que un pelotón de fusileros al uso de la época.

Cantelo envolvió el invento y se fue a venderlo a la industria armamentística. De él nunca nadie nada más se supo.

Hasta ese momento ya se habían fabricado ametralladoras mecánicas, que funcionaban con una manivela que disparaba cartuchos que entraban en un tambor compuesto por varios cañones.

Sin embargo, el que pasó a la historia como el inventor de la ametralladora automática fue sir Hiram Maxim. Este británico murió siendo rico, pero la parca le sorprendió en medio de la Primera Guerra Mundial y solo pudo comprobar los tremendos resultados de su invento.

Según la BBC, la pista de Cantelo vuelve a recuperarse en los años 30. Sus hijos vieron en un periódico la fotografía de Maxim y un artículo sobre la ametralladora. Se quedaron de una pieza y creyeron estar ante su desaparecido progenitor. Sin embargo, los dos hombres no son ni parecidos. Lo único que les une es el peculiar corte de la barba.

Dicen que una vez creyeron encontrarlo en la estación de Waterloo, pero cuando se acercaron a él, el tren partió y no volvieron a verlo nunca más.

Un detective intentó seguir el rastro y lo perdió en EEUU. Antes de desaparecer vació su cuenta bancaria. La duda es si Cantelo conoció a Maxim, Este último, al parecer, tenía un concepto muy bajo de la propiedad intelectual y supuestamente se habría apropiado de otros inventos con anterioridad. Pero parece que Maxim estuvo en Soutphanton. ¿Ambos se conocerían allí? Esta es una historia que nadie ha sabido resolver.