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ESPAÑA

La sombra que persiguió a Rubalcaba

El chivatazo a ETA fue uno de los caballos de batalla del Partido Popular en la anterior legislatura; ya nadie lo aborda en el Parlamento

P. DE LAS HERAS
MADRID.Actualizado:

El 'caso Faisán' ha muerto para la política. Lo hizo prácticamente el mismo día en el que Mariano Rajoy ganó las elecciones generales en 2011, después de haber sido uno de los asuntos sobre los que, de manera más pertinaz, interrogó el Partido Popular al entonces ministro del Interior y hoy líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba. En lo que va de legislatura, solo la portavoz de UPyD, Rosa Díez -que también en su día llegó a calificarlo como «el escándalo más grave» de la democracia- se ha interesado una vez por algo relacionado con el 'chivatazo'. Y lo hizo a través de una pregunta escrita que el Ejecutivo despachó sin ruido.

La tensión se ha rebajado hasta tal punto que en Ferraz sostienen que Rubalcaba ni siquiera estaba al tanto de que el juicio empieza la semana que viene en la Audiencia Nacional. Y el hecho de que, hace casi un año, el juez Pablo Ruz renunciara definitivamente a procesar al exdirector general de la Policía, Víctor García Hidalgo, el cargo más político de los investigados, vinculado con los socialistas vascos, quizá haya contribuido también a que la beligerancia de los populares menguara en buena medida.

No sería del todo ajustado afirmar, sin embargo, que el 'soplo' al aparato de extorsión de ETA ha dejado de perseguir al secretario general del PSOE. El pasado 1 de agosto, en su comparecencia ante el Congreso para ofrecer su versión del 'caso Bárcenas', Rajoy volvió a echar mano de él. Pero esta vez no fue para acusarle de ser su autor intelectual, como durante casi medio centenar de sesiones de control insinuó el diputado del PP Ignacio Gil Lázaro, sino para excusarse a sí mismo. Lo hizo con frases como esta, utilizada en su día por el exvicepresidente del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero: «Esperaré a que la Justicia acabe su trabajo. Es lo razonable y lo que me parece que hay que hacer en todos los casos».

El contexto, obviamente, ha cambiado. ETA anunció el cese definitivo de actividades en otoño de 2011, justo al final del mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, y ahora es el Ejecutivo de Rajoy el que debe gestionar una situación más delicada de lo que seguramente creyó en un primer momento pero que ya no forma parte de las preocupaciones primordiales de los españoles.

Azote

Gil Lázaro, desde luego, ha pasado página. Ahora no tiene que ejercer como azote del Gobierno, porque forma parte del partido del Gobierno, así que se limita a sus labores como secretario primero de la Mesa del Congreso, con un perfil político bajo. A pesar de sus buenas relaciones con el actual ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, no ha hecho amago visible de querer contrastar su tesis de que Rubalcaba era la 'X' de aquel caso.

Hace poco más de dos años no le apeaba de esa batalla ni el argumento de que el chivatazo había sido inocuo para la lucha contra la banda porque no frustró la detención del aparato de extorsión de ETA apenas mes y medio después.

Del bullicio y los ríos de tinta se ha pasado al silencio. Pero el debate político es caprichoso y a veces una chispa basta para avivarlo.