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ANTROPOLOGÍA

Competir en el siglo XXI, entrenar en el Paleolítico

Un estudio revela que un ejercicio como el de los ancestros, con esfuerzos periódicos e intensos, mejora el rendimiento de los deportistas

DANIEL ROLDÁN
MADRIDActualizado:

Un deportista, ya sea profesional o amateur, puede mejorar sus rendimiento si se fija un poco en lo que hacían sus antepasados. No los hábitos de sus abuelos o los padres de estos, sino más lejos. Realmente, mucho más lejos, hasta el Paleolítico. O eso es lo que afirma un estudio elaborado desde los dos lados del Atlántico. Investigadores de las universidades del País Vasco y de La Coruña, en colaboración con la Católica de Brasilia, han publicado un trabajo en la revista Sports Medicine en el que aseguran que cuanto más se asemeje el estilo de vida de un deportista a sus antepasados, las adaptaciones al entrenamiento serán mejores.

No es necesario vivir en cuevas para aumentar el rendimiento. Solo consiste en seguir unas pautas. “El entrenamiento de un deportista no se puede alejar mucho de las exigencias competitivas; sin embargo, sí se pueden hacer modificaciones en el estilo de vida que afectará positivamente a su adaptación fisiológica ya que su genoma está más adaptado al estilo de vida ancestral”, afirma Daniel Boullosa, profesor e investigador del centro brasileño y autor principal del estudio, que parte de una premisa. Mientras los cambios genéticos ocurren muy lentamente en el homo sapiens, todo lo demás se ha modificado rápidamente en escaso tiempo. Unos pocos siglos, que en Historia es poquísimo.

“Nuestra especie (homo sapiens) y, por lo tanto nuestro genoma, son los mismos desde hace 200.000 años. En cambio, lo que sí ha cambiado es el entorno y las condiciones para la supervivencia, por lo que hay un desajuste grande entre nuestra carga genética, que está adaptada a unas exigencias determinadas favorecidas por la evolución durante millones de años, y el estilo de vida actual”, apunta Adrián Varela-Sanz, coautor de esta investigación a SINC.

Cambios

Los científicos explican que nuestros ancestros vivían entre 1.00 y 2.000 metros de altitud, lo que favorecía tener una hipoxia (menor presión de oxígeno) moderada. Además comían menos carbohidratos que en la actualidad, aunque bastante irregular ya que pasaban del hambre a la abundancia con facilidad. “Vivir en condiciones de hipoxia mejora los resultados en deportes de resistencia, aunque también hay ya algunas pruebas en deportes de equipo”, añaden los investigadores, que ‘invitan’ con sus resultados a los deportistas a probar su teoría.

Respecto a los deportistas de resistencia, los investigadores destacan que cada vez está más aceptada la mayor efectividad del entrenamiento polarizado, en el que se entrena principalmente a baja intensidad (80%), a pesar de que las demandas competitivas sean a intensidades superiores. “Una estrategia muy interesante para adaptar este concepto al fútbol o el tenis, sería controlar que fuera del entrenamiento regular se practique un ocio activo de baja intensidad, sin pasar muchas horas sentados o tumbados, para favorecer las adaptaciones fisiológicas del entrenamiento específico”, concluye Boullosa.