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La hija del autor y las representantes de Cultura y de la Fundación Telefónica visitan la muestra. :: L. V.
Sociedad

Galicia y Cádiz, unidas en imágenes

El palacio provincial expone la colección 'Virxilio Vieitez. Fotografías', gracias al acuerdo entre Cultura y la fundación Telefónica

L. V.
CÁDIZ.Actualizado:

«Estamos ante la obra de uno de los grandes fotógrafos de la historia del retrato en España». La diputada de Cultura, Pilar Pintor, calificó así la obra de Virgilio Vieitez (Soutelo de Montes, Pontevedra, 1930-2008), durante la presentación de la muestra 'Virxilio Vieitez. Fotografías', que ya está abierta al público en los Claustros de Exposiciones del Palacio Provincial, en Cádiz.

Pilar Pintor recordó cómo la colaboración de Diputación con la Fundación Telefónica, es larga en el tiempo «desde que se organizara conjuntamente la exposición '956', en 1994. Ahora la Fundación Provincial de Cultura y Fundación Telefónica, unidas podemos traer esta selección que parte del Museo de Arte Contemporáneo de Vigo, para disfrutar en Cádiz de unas imágenes que resultarán familiares a muchas personas por ese continuo intercambio que siempre ha existido entre gallegos y gaditanos».

De la gestación de esta muestra dio cuenta Laura Fernández Orgaz, directora de Arte y Cultura Digital de Fundación Telefónica: «El proyecto responde al interés de recuperar archivos fotográficos de la propia Fundación, que comenzó con 'Transformaciones. La España de los años 20 en los archivos fotográficos de Telefónica', a la que siguieron 'Marín. Fotografías. 1908-1940', 'Josep Brangulí. 1909-1945', y posteriormente esta colección, más cercana en el tiempo, de Virxilio Vieitez, que es un documento social extraordinario, un viaje emocional a una época del pasado reciente que está en la memoria de muchos de nosotros».

La hija del fotógrafo, Keta Vieitez, recordó la personalidad de su padre, del que destacó su condición de bohemio: «emigró primero al Pirineo donde entró en contacto con el mundo de la mecánica, tan distinto de su origen rural. Luego en Cataluña aprendió el oficio, como ayudante de Juli Pallí, y cuando por circunstancias familiares regresa físicamente a Galicia, él se queda en la Costa Brava, tema de todas nuestras sobremesas, lo que le da una distancia que hace su obra tan peculiar, con un aire surrealista».

«Mi padre creía que la fotografía artística era cosa de ricos, como el arte, algo que los pobres no se podían permitir. Él siempre decía que si fuese rico se dedicaría a la fotografía por hobby y sólo retrataría paisajes. Tuvo que hacer de la necesidad virtud y como tenía una forma de ser rara, hacía lo que le daba la gana y lo hacía a su manera. Al tener que regresar de Cataluña, donde empezaba el turismo, las suecas y todo eso, y tener que buscarse la vida en Soutelo de Montes, una población de trescientos vecinos, muchísimo más abierta que las de los pueblos de al lado, en la Galicia profunda; conocer a mi madre. una serie de circunstancias que hicieron de mi padre un foto-reportero que se movía con su moto y hacía las fotos que le encargaban, un fotógrafo de estudio sin estudio, un profesional exigente, un lobo solitario que se sabía diferente, que quizá nació artista y que sin duda reunía una serie de atributos que lo llevaron a realizar esta obra de la que me considero responsable. Mi padre nunca viajó a Cádiz, pero si hoy estuviera aquí me lo imagino paseando por las galerías, contento de ver su obra».