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Artur Mas sujeta un cartel independentista, anteayer, durante la jornada de la Diada. :: EFE
ESPAÑA

Mas aprovecha la gran movilización para acelerar el proceso para la consulta

La Generalitat se compromete a tener una fecha y una pregunta para el referéndum soberanista antes de las navidades

CRISTIAN REINO
BARCELONA.Actualizado:

Un día después de la celebración de la cadena humana de la Diada, el Gobierno catalán, espoleado por el éxito de la movilización independentista, aseguró que ha escuchado el «clamor de la calle» y que tratará de acelerar al máximo los preparativos que permitirían celebrar la consulta soberanista, como le exigió la Asamblea Nacional Catalana, la influyente plataforma cívica impulsora de la protesta en la que participaron varios cientos de miles de personas.

El compromiso que adquirieron Artur Mas y Oriol Junqueras hace un año fue el de celebrar el referéndum sobre la autodeterminación a lo largo de 2014, de tal manera que el pacto de legislatura que suscribieron los líderes de CiU y Esquerra Republicana contempla que todos los procedimientos formales, jurídicos e institucionales para realizar la consulta tenían que estar listos para el 31 de diciembre de 2013. Como respuesta a una Diada multitudinaria, el Ejecutivo catalán anunció ayer un adelanto de los plazos comprometidos y se conjuró para fijar en los próximos dos o tres meses la fecha y la pregunta del referéndum. Con este movimiento cumple con la reclamación que le hace todo el independentismo, y en concreto ERC, que ya ha prometido que en cuanto la consulta tenga fecha y un enunciado inequívoco dará el paso tan deseado por CiU y entrará en el Gobierno catalán.

Mas entiende que, tras la multitudinaria protesta del miércoles, la pelota está en el tejado de la Moncloa, por lo que tratará de incrementar la presión sobre Mariano Rajoy, a quien da hasta Navidades para que le diga si está dispuesto a mover ficha. El principal inquilino del Palau de la Generalitat pondrá sobre la mesa una imagen de impacto internacional de una cadena de 400 kilómetros y 1,6 millones de personas -400.000, según el Ministerio del Interior- que reclama la independencia. Defenderá que la gran manifestación de julio de 2010 contra la sentencia del Estatut dio el pistoletazo de salida, la de la Diada del año pasado disparó las cifras y la de este año, según su análisis, ha confirmado que la Cataluña soberanista apretará a políticos e instituciones hasta que consiga la consulta.

El nuevo estado

La Generalitat calcula que en dos meses el Parlamento catalán podrá tener lista la ley de consultas, que habilitará a Mas a preguntar a los ciudadanos sobre los asuntos en los que Cataluña tiene competencias. La petición de Mas es que Rajoy «tolere» el proceso y por tanto no recurra al Tribunal Constitucional ni la ley ni la pregunta que puedan consensuar todas las fuerzas soberanistas presentes en el Pacto Nacional por el Derecho a Decidir, que el lunes inicia sus trabajos en la Cámara catalana. «En España no se quieren dar por aludidos», expresó el consejero de la Presidencia, Francecs Homs. La presión sobre el Ejecutivo central irá además acompañada en los próximos meses de una campaña institucional de la Generalitat, con la que persigue resolver antes de la fecha del hipotético referéndum las dudas que pueda suscitar en los ciudadanos la constitución o no de un nuevo estado, o qué pasará con la energía, las finanzas, la agencia tributaria o la justicia, entre otras cuestiones.

Si el Gobierno central, como ha adelantado, no tolera la consulta y hace imposible su celebración, Mas advirtió a Rajoy de que se encontrará con un grave problema: incremento del independentismo y posible convocatoria de unas elecciones plebiscitarias como máximo en 2016. Lo que estaría por ver es de la mano de quién aguantaría el Gobierno de Mas hasta 2016 sin convocar comicios, porque ERC siempre ha asegurado que si el año que viene no hay consulta dejará de apoyar a CiU. En cualquier caso, el líder de Esquerra, Oriol Junqueras, que lleva días con un tono muy conciliador con Mas, a quien no criticó ni sus declaraciones en las que abrió la puerta a ralentizar la consulta, afirmó ayer que trabajará para que esa fractura política no se produzca. «Nuestra voluntad es intentar ayudar tanto como sea posible al Gobierno catalán para que cumpla sus compromisos. A algunos políticos, a veces, les gustaría una ruptura entre CiU y ERC. Evidentemente, ese gusto intentaremos no dárselo», aseguró.