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Los clientes de un bar escuchan el discurso de Obama a la nación sobre Siria. :: PAUL J. RICHARDS/ AFP
MUNDO

Obama se abraza a la paz a la desesperada

Pide al Congreso que posponga la votación para autorizarle el uso de la fuerza en medio del rechazo popular a una nueva guerra

MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL
NUEVA YORK.Actualizado:

Pocas veces algo que despierta tanta desconfianza ha traído más esperanzas. Si el objetivo de Barack Obama el martes fue convencer a la nación de que tiene que apoyarle en su decisión de pasar factura al régimen sirio, fracasó. Pero los analistas coinciden en que, tras el frenético devenir de acontecimientos diplomáticos de los últimos días, Obama ya no pedía permiso para la intervención, sino tiempo para la paz. Una paz elusiva que todo el mundo abraza a la desesperada, porque EE UU ya no tiene estómago para más guerras.

«Nosotros no tenemos que ser los policías del mundo», contó Obama que le dicen los ciudadanos en las cartas que recibe. De ahí que buena parte de su discurso estuviera dedicado a convencer a sus bases de que cuatro años y medio de poder no han transformado al Premio Nobel de la Paz en un halcón belicista, como los que metieron al país en las guerras de Irak y Afganistán. «Me he resistido a los llamamiento a una acción militar porque no podemos resolver la guerra civil de otra nación por medio de la fuerza», confesó. «Sé que después de las terribles pérdidas en Irak y Afganistán, la idea de cualquier acción militar, sin importar cuán limitada sea, no va a ser popular. Al fin y al cabo me he pasado cuatro años y medio intentando terminar guerras, no iniciarlas».

El hombre que la revista 'Time' ha definido para la historia como 'El Guerrero Renuente' tuvo que desempolvar los discursos de Roosevelt para justificar su propósito de atacar Siria e intervenir en una guerra que no le pertenece ni quiere poseer. «Nuestra determinación como nación de mantenernos fuera de las guerras y de los enredos en el extranjero no nos puede impedir sentir una profunda preocupación cuando se desafían los ideales y los principios que más valoramos», parafraseó. «Pues bien, nuestros ideales y principios, así como nuestra seguridad nacional, están en juego en Siria, junto con nuestro liderazgo en un mundo en el que intentamos garantizar que nunca se utilicen las peores armas».

Fue su anuncio de que ha pedido al Congreso que posponga la votación para autorizarle a usar la fuerza lo que más suspiros de alivio desató. Para sus «amigos de la izquierda», a los que retó a «reconciliar su creencia en la libertad y la dignidad para todos con las imágenes de niños retorciéndose de dolor que dejan de moverse en el frío suelo de un hospital», porque en el fondo se sentían culpables de proporcionarle la humillante derrota que le esperaba en ambas cámaras. «A veces, las resoluciones y las condenas no son suficientes», les dijo lapidario el mandatario. Y a los de la derecha, que temían que la falta de apoyo del Congreso debilite el papel de EE UU en el mundo, les rogó que «reconcilien su compromiso con el poderío militar estadounidense si rehusamos a actuar cuando nuestra causa es claramente tan justa». Y si bien todas esas súplicas siguen estando vigentes, porque el Congreso redacta ya otra propuesta «contundente» que autorice el uso de la fuerza en caso de que Siria incumpla la propuesta de entregar sus armas químicas, todos prefieren abrazar el éxito de la quimera que se negocia hoy en Ginebra.

«Estoy convencida de que la meta de Rusia es realmente eliminar esas armas», dijo ayer la senadora Dianne Feinstein en el Senado. Moscú dice haber entregado ya a Washington los detalles de un plan que empieza con la entrega de la custodia de esas armas sirias a la comunidad internacional, presumiblemente a la ONU, y la ubicación de las mismas. Pero el obstruccionismo que sigue presentando en el Consejo de Seguridad de la ONU es el que impide creer en la sinceridad de sus intenciones.

Crímenes de guerra

El martes el embajador ruso ante la ONU canceló a última hora la reunión de los cinco miembros permanentes que él mismo había convocado, molesto con el borrador que había redactado Francia. En él se hace referencia al capítulo VII de la Carta Magna para que el desarme químico sea vinculante y su falta de cumplimiento propicie una respuesta militar de la comunidad internacional. Según fuentes diplomáticas, le preocupa que eso sirva de precedente para aplicar a otros países como Irán. Pero ayer el borrador galo causaba también malestar entre los estadounidenses, al referir los crímenes de guerra de ambas partes al Tribunal Penal Internacional, que ni Rusia ni EE UU reconocen.