ESPAÑA

El independentismo redobla la presión sobre Rajoy y Mas

El presidente de la Generalitat advierte al Gobierno de que si veta la consulta tendrá «un grave problema» con Cataluña Saénz de Santamaría reitera la disposición al diálogo del Ejecutivo, pero la limita «al marco constitucional»

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Cientos de miles de personas, en una cadena humana que recorrió Cataluña de punta a punta, convirtieron la Diada en un clamor en favor de la independencia y redoblaron su presión sobre Mariano Rajoy, para que autorice una consulta soberanista en 2014, y sobre Artur Mas, para que no sucumba a los vetos del Gobierno central y acepte retrasar, como dejó entrever, su hoja de ruta hacia el estado propio hasta 2016. La exhibición de fuerza se suma a la de hace un año, cuando los independentistas lograron reunir a millón y medio de personas en una manifestación multitudinaria en Barcelona.

El soberanismo buscó una imagen de repercusión mundial, pero sobre todo enviar al Gobierno de Rajoy el mensaje de que, tras 35 años de democracia, una gran parte de la sociedad catalana entiende que el estado de las autonomías no resuelve sus problemas y cree que ha llegado la hora de ejercer el derecho a decidir. «Solo tenemos dos vías: o someternos al Estado y desaparecer como pueblo o la independencia», expresó Carme Forcadell, presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), la entidad privada que ejerce de 'lobby' soberanista y que organizó la cadena humana. «Cataluña reafirma que quiere ser un estado libre y soberano», proclamó en una abarrotada plaza de Cataluña, en Barcelona, epicentro de los actos reivindicativos de la Diada.

Artur Mas, el presidente de la Generalitat, también se dirigió al jefe del Ejecutivo central para instarle a atender el mensaje soberanista. «Escuche al pueblo catalán», le dijo. Mas, que no participó en la cadena para mantener un papel institucional, a pesar de que sí lo hicieron casi todos sus consejeros, confía en que la presión de la calle le sirva para acelerar el diálogo que ha iniciado con Rajoy, que se sustenta, según fuentes de CiU, en «puentes más sólidos».

Su intención es poder pactar con el presidente del Ejecutivo central la convocatoria de una consulta en 2014. Pero si el Gobierno no escucha y no permite el referéndum, advirtió Más, el Estado tendrá un «problema grave» con Cataluña. Dicho de otra manera, cree que si no hay acuerdo el auge del independentismo será imparable. Según una encuesta de la SER, el 52% de los catalanes estarían a favor de la secesión. Sin embargo, la suma de las tres fuerzas que estuvieron de manera oficial en la cadena (Convergència, Esquerra y la CUP) no supera los 60 escaños del Parlament, frente a los 75 que completan Unió, PSC, ICV, PP y Ciutadans, los no independentistas. Las formaciones que respaldan una consulta, sin embargo, juntan 107 escaños (el 79%). Esta es la fuerza que Mas considera que le legitima para afirmar que perseverará «hasta el final» en el diálogo con Rajoy para encontrar una salida. «Espero hallarla», dijo.

El acuerdo está muy lejos a día de hoy. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría recordó a Mas ayer que Rajoy no se moverá ni una coma de sus planteamientos. Eso sí, le reiteró la oferta de diálogo, pero siempre dentro del marco de la Constitución. La número dos del Ejecutivo central, además, fue muy crítica con el presidente catalán, a quien acusó de obligar a la gente a «dividirse y separarse».

Dudas sobre el president

La Cataluña independentista lanzó un mensaje de advertencia a Rajoy, pero también a Mas. Aunque el presidente de la Generalitat hizo suyas buena parte de las reclamaciones de la ANC, e insistió por activa y por pasiva que no se moverá ni un milímetro de su hoja de ruta soberanista, los contactos que ha iniciado con el Gobierno y sobre todo las declaraciones que hizo la semana pasada abriendo la puerta a retrasar la consulta a 2016 han desatado las dudas en el independentismo.

La ANC le reclamó ayer «coraje y valentía» para celebrar la consulta en 2014, le dijo que no hay tiempo que perder y le advirtió por anticipado de que nada de ir poco a poco como ha insinuado en los últimos días. Los impulsores de la cadena le exigieron además una pregunta clara -sin subterfugios para que sea constitucional o varias cuestiones- y le garantizaron su apoyo siempre que convoque la cita para el próximo año, en línea con las demandas de Esquerra Republicana.

El Ejecutivo catalán se encuentra frente a varios escenarios y en los próximos meses debería elegir. El primero, el de la vía unilateral, le llevaría al choque de trenes con el Gobierno central. Artur Mas cada vez se aleja más de esta opción. Empieza a dejar claro que solo habrá consulta en 2014 si es autorizada o tolerada por el Gobierno, porque no está dispuesto a saltarse la legalidad, como le piden la ANC y ERC, su socio de legislatura. Como situación extrema solo contempla la convocatoria de unas elecciones plebiscitarias en 2016.

Sabe que buscar el enfrentamiento abierto con el Gobierno le podría costar una escisión de sus compañeros de coalición de Unió y no tendría el apoyo ni del PSC ni de Iniciativa por Cataluña.

La segunda opción pasaría por abandonar el independentismo y negociar un nuevo encaje de Cataluña en España como el que propuso el ministro de Asuntos Exteriores. Los contactos entre los dos gobiernos estarían centrados en un nuevo modelo de financiación y en una consulta pactada, en la que habría varías preguntas y alternativas a la independencia.