el apunte

El retorno de la cuota territorial

La presencia de Jiménez Barrios en el primer ejecutivo autonómico presidido por Susana Díaz recupera una presencia gaditana de utilidad dudosa

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Cada vez resulta más evidente. Los dirigentes políticos viven en un planeta y los dirigidos, los administrados y votantes, en otro muy distante. Durante 48 horas, los escasos miembros de esa élite representativa, hecha de los mismos seres humanos que forman el censo, ha vivido pendiente de un teléfono y mil corrillos. Esas mismas llamadas y esos comentarios resultan intrascendentes para los electores que deben evaluarles cada cuatro años. La clave endogámica, interna y particular, era conocer la formación del primer Gobierno de la Junta de Andalucía presidido por Susana Díaz, la sucesora de Pepe Griñán sin urnas de por medio.

En esa tensa espera, lo fundamental, para los miembros de un partido político, para sus responsables, era saber qué nombres eran los elegidos, a qué provincias pertenecen y con qué corrientes se les identifica. Todo eso, a los votantes les resultaba absolutamente indiferente.

Finalmente hubo resultado en la partida, salieron los nombres, y a los gaditanos les toca decir, según esa teoría, que ahora tienen un consejero. Por lo visto, es una alegría. El último equipo de Griñán no tenía ningún nacido en esta provincia por culpa de las guerrillas entre los partidarios del presidente y los de su exconsejero, Luis Pizarro. Ahora, esos pelillos vuelven a la mar y reaparece un consejero que puede llamarse gaditano.

A los espectadores de este juego, los andaluces, todos cálculos les resultan futiles. Sus problemas no menguaron ni crecieron por la presencia o la ausencia de un gaditano, o un granadino, en el ejecutivo. Basta coger los datos que detallan el desempleo, el abandono escolar o la renta ‘per cápita’ para comprobar qué poco mejoraron, nada, en una circunstancia y en otra.

Estos números, y no los del prefijo del teléfono doméstico de cada consejero, son los únicos que importan a los gaditanos y los únicos que deberían preocupar a sus gobernantes.