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El futuro primer ministro australiano, Tony Abbott, en compañía de su mujer y sus tres hijas. :: AFP
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Los conservadores recuperan el poder en Australia

El antiguo seminarista Tony Abbott relevará en el cargo de primer ministro a Kebin Rudd, que anunció su dimisión tras la aplastante derrota

EFE
SÍDNEY.Actualizado:

La coalición conservadora liderada por Tony Abbott regresará al Gobierno de Australia tras seis años en la oposición, después de infligir una aplastante derrota al Partido Laborista en las elecciones generales de ayer. «El Gobierno de Australia ha cambiado», dijo en un lujoso hotel de Sidney un eufórico Abbott, quien arropado por unos 800 simpatizantes subrayó que el voto a favor de los laboristas ha llegado a «sus niveles más bajos en más de cien años». «Amigos, en más o menos una semana, la gobernadora general (Quentin Bryce) tomará juramento al nuevo Gobierno», anunció el líder conservador, quien prometió que su Ejecutivo será «competente y digno de confianza» y cumplirá de forma metódica sus compromisos.

Según los datos de la Comisión Electoral Australiana, los conservadores conseguirán al menos 88 escaños de los 150 de la Cámara Baja, con lo que superarán los 76 asientos necesarios para formar Gobierno en solitario, mientras que los laboristas se quedarán con alrededor de 56 legisladores. El Partido de los Verdes, un grupo minoritario y un representante independiente también obtendrán un escaño. Y parece que el magnate minero Clive Palmer, conocido por construir una réplica del 'Titanic' y el parque jurásico más grande del mundo, también logrará un puesto en la Cámara Baja.

Esta abrumadora derrota pone fin al Gobierno del Partido Laborista que mantuvo a Australia a salvo de la crisis financiera internacional, pero que decepcionó a la ciudadanía por las pugnas internas que empañaron su gestión gubernamental e hicieron mella en su popularidad.

Los laboristas llegaron al poder en 2007 de la mano de Kevin Rudd, pero una crisis interna hizo que en 2010 Julia Gillard lo desbancara para gobernar luego en minoría con apoyo de los Verdes e independientes, aunque tres años después otro conato de rebeldía devolvió al primero las riendas del partido y del Ejecutivo.

Derrota aceptada

«Hoy hemos luchado en una buena batalla como el gran Partido Laborista. Hoy es tiempo de unirnos como una gran nación australiana», dijo el primer ministro en la ciudad de Brisbane al admitir la victoria de la oposición. Rudd comentó que él y su esposa llamaron por teléfono a Abbott para desearle «lo mejor para su Gobierno ante los grandes y difíciles retos que se avecinan» y anunció que dimitirá como líder de los laboristas. «El pueblo australiano, creo, merece un nuevo comienzo» y por ello «no aspiraré a ocupar el liderazgo parlamentario del Partido Laborista», señaló.

El futuro primer ministro, Tony Abbott, es un antiguo seminarista y periodista, además de un político pragmático y combativo que condena el aborto, las relaciones prematrimoniales y la legalización del matrimonio homosexual. Recibirá un país con una economía fuerte, la inflación en el 2,4 % y la máxima puntuación de la deuda por parte de los tres principales catalogadores. Pero también hereda una nación que afronta el declive de la bonanza minera que la ayudó a capear la crisis financiera mundial y un fuerte déficit.