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Mas y Junqueras se reúnen ayer en Sant Vicenç dels Horts, localidad barcelonesa de la que es alcalde el líder de ERC. :: ANDREU DALMAU / EFE
ESPAÑA

Mas frenó el calendario soberanista tras un encuentro secreto con Rajoy en la Moncloa

El Ejecutivo ve «positivo» el paso del presidente catalán, que, a su vez, promete a ERC pactar este año la pregunta y la fecha del referéndum

ANTONIO MONTILLA / CRISTIAN REINO
SAN PETERSBURGO / BARCELONA.Actualizado:

El Gobierno se cuidó ayer de no festejar la renuncia de Artur Mas a la consulta ilegal sobre la autodeterminación de Cataluña en 2014. Lo más que se permitió la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, fue un leve gesto de satisfacción. «Solo podemos valorar positivamente todas las iniciativas que respetan la ley», dijo en la comparecencia posterior al Consejo de Ministros. Poco más, el resto fue cautela e incluso secretismo.

Mariano Rajoy mantiene su medida estrategia de perfil bajo en todo lo relativo a las tensiones con Cataluña, uno de los grandes retos de su mandato. Y no es que no haga nada, sino que, según ha quedado demostrado, lo hace fuera de foco. El jefe del Ejecutivo acabó reconociendo desde San Petersburgo, tras la reunión del G20, que el pasado 29 de agosto se reunió con Mas en la Moncloa. Ninguno de los dos quiso que aquella cita trascendiera. Y hasta que ayer el diario independentista 'Ara' la sacó a la luz ni siquiera la habían mencionado.

Lo que allí se habló, y su relación con el viraje del presidente de la Generalitat -que se había comprometido con Esquerra Republicana de Catalunya a celebrar sí o sí en 2014 el referéndum a cambio de estabilidad parlamentaria- sigue siendo materia reservada. Ni Rajoy ni Mas lo cuentan. Es más, el jefe del Ejecutivo argumentó que no tiene por qué dar explicaciones de lo que allí se trató. «Simplemente espero que podamos hacer cosas razonables sobre la base de que mi posición es la que todo el mundo conoce y no hace falta tampoco que la reitere de manera continuada», alegó.

No es la primera vez que el presidente del Gobierno celebra un encuentro 'discreto' con un dirigente autonómico. En el caso de Mas, ya van al menos dos. En la Moncloa defienden que no solo es una práctica legítima sino que, a la vista de los hechos, ofrece buenos resultados, aunque el desafío soberanista sigue en pie y, en principio, solo ha quedado aplazado hasta 2016 cuando, acabada la legislatura catalana, Mas quiere convocar a unas elecciones plebiscitarias.

Polvorín

El Ejecutivo es consciente de que el presidente de la Generalitat está sentado sobre un polvorín que, de estallar, provocaría daños al conjunto del país. De ahí sus reticencias a decir nada que encienda la mecha. El propio Mas, que ha visto cómo la coalición que preside se resquebraja a cuenta de sus anhelos soberanistas y pierde enteros en las encuestas a favor de Esquerra, se esfuerza por maniobrar con cuidado. Le viene bien ganar tiempo, con la esperanza de que también la situación económica mejore, para tratar de recuperar terreno antes de enfrentarse a unas urnas que ya le infligieron un varapalo el pasado noviembre -perdió doce escaños de un sentada-. Pero eso le obliga a difíciles equilibrios.

Un día después de hacer explícita su decisión de no plantear el año próximo la consulta al precio de un 'no' del Gobierno de la nación, el jefe del Ejecutivo catalán salió a matizar sus palabras para calmar los ánimos de los independentistas. «La consulta se hará sí o sí, no hay ni un milímetro de marcha atrás, ni siquiera de freno», dijo en un acto junto al presidente de ERC, Oriol Junqueras, en Sant Vicenç del Horts, de donde es alcalde. Ahora bien, arrojó sobre Rajoy la responsabilidad de cualquier retraso y alegó que si le «boicotean» todos los procedimientos «legales» que él ha planteado -que sea el Ejecutivo central el que haga el referendum, que ceda esa potestad de manera temporal a Cataluña, que acceda a la aplicación de la ley catalana de consultas con ese propósito, una reforma de la Constitución- solo queda el recurso de los comicios plebiscitarios.

En todo caso, y como guiño a sus socios externos, prometió que antes del final de este año pactarán tanto la «pregunta o preguntas» como la fecha del referéndum. «La voluntad es tirar adelante de forma firme y definitiva», dijo. «El propósito es prepararnos a fondo para que si finalmente tenemos que hacer la consulta en forma de elecciones plebiscitarias, no solo hagamos la consulta sino que se pueda ganar y, por tanto, hacerla bien». «Dudas no hay. El panorama es muy claro y la decisión es firme y el propósito es hacerlo bien», justificó.

El Ejecutivo central, por su parte, insistió en el tono conciliador. «Vamos a mantener la máxima colaboración, diálogo y cooperación porque también somos Gobierno en esa comunidad autónoma», dijo Sáenz de Santamaría, pero también reiteró que siempre se moverá en el marco del «respeto a la Constitución y a las leyes».