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Vladímir Putin recibe a Mariano Rajoy a su llegada a San Petersburgo; a la derecha, el presidente del Gobierno conversa con Barack Obama. :: AFP / EFE
Economia

España cosecha elogios en San Petersburgo por los avances de su economía

Barack Obama alaba las reformas estructurales y el G20 incluirá en sus conclusiones alabanzas a la consolidación fiscal lograda en plena recesión

ANTONIO MONTILLA ENVIADO ESPECIAL
SAN PETERSBURGO.Actualizado:

Un gesto que bien vale una cumbre. Barack Obama simuló con su mano el despegue de un avión ante la cómplice mirada de Mariano Rajoy, con el que conversó durante unos minutos antes de la primera sesión plenaria del G20. Lo hizo mientras cadenas de televisión de medio mundo transmitían los primeros pasos del presidente norteamericano en San Petersburgo, ciudad rusa que alberga este cónclave. Con este ademán, Obama escenificó su satisfacción ante la «recuperación de la economía española», indicaron fuentes de Moncloa.

No fue el único elogio que cosechó España. El G20, en su amplió informe de conclusiones, incluirá una mención expresa de reconocimiento a los esfuerzos que ha realizado nuestro país para consolidar el déficit en plena recesión.

Vladimir Putin, presidente de Rusia, comentó al final de la intervención de Rajoy ante el plenario que todos los miembros «somos conscientes de los esfuerzos y mejoras que está viviendo España».

Toda esta retahíla de elogios no nubla la vista de Luis de Guindos, que acompañó a Rajoy en San Petersburgo, para el que resulta prioritario no bajar la guardia. El ministro de Economía y Competitividad aseguró que «queda una tarea ingente por hacer». De Guindos insistió en que España tiene aún la ardua tarea de luchar contra «la lacra social» que supone tener un 26% de desempleo». «Yo diría que queda tanto por hacer como lo que se ha hecho», apostilló.

Un mensaje similar transmitió Rajoy a Obama durante su inesperada y breve conversación de poco más de dos minutos. El mandatario norteamericano reconoció el buen resultado de las reformas estructurales puestas en marcha por el Ejecutivo español y su interlocutor le respondió que, efectivamente, la marcha es positiva «pero que había que seguir trabajando» en esa misma línea.

Obama desveló que ha dado órdenes a su equipo de la Casa Blanca para que cierre «en los próximos meses» un encuentro bilateral en Washington, una cita que Moncloa anhela desde hace meses. Rajoy, muy criticado en territorio nacional por las incógnitas que sigue sin despejar sobre el 'caso Bárcenas', encontró un oasis de paz en San Petersburgo. El presidente expuso ante sus colegas de cónclave que España ya no es un factor de inestabilidad para la zona euro ni un obstáculo para la recuperación económica, una vez que ejecutó el saneamiento de su banca -gracias a la inyección de 43.000 millones de euros que realizó la Unión Europea-. De hecho, recordó que hace solo un año el G20 incluyó a España en una lista de países con fuertes desequilibrios a causa de su elevado déficit. Ahora, el mismo selecto grupo alinea a España en el grupo de estados con una alta competitividad y superávit en la balanza exterior.

Creación de empleo

El presidente hizo hincapié en la necesidad de que la Unión Europea mantenga la política de consolidación fiscal, pero otorgando a los países con más problemas para acceder en igualdad de condiciones a los mercados financieros un margen suficiente para no ahogar la incipiente recuperación económica y, sobre todo, para poder arbitrar políticas encaminadas a la creación de puestos de trabajo.

De Guindos, durante una comparecencia ante los medios de comunicación, añadió que España logró evitar el precipicio gracias a una «combinación de factores». Por un lado, los severos ajustes en las cuentas públicas y la aplicación de las reformas estructurales -con especial mención para la laboral- y, por otro, la superación de cualquier duda sobre el futuro de la moneda única.

Fuentes de la delegación española constataron las múltiples diferencias entre este G20 y el que se celebró en Los Cabos en junio del año pasado, en el que España era el centro de buena parte de las miradas ante la posibilidad de un inminente rescate de nuestra economía. La prima de riesgo, que rozaba los 700 puntos básicos, amenazaba entonces con ser la gota que iba a colmar el vaso de la paciencia de los países de la Unión Europea.

«En San Petersburgo nadie se acuerda de aquello, y eso que sólo han pasado unos meses», comentó ayer, con orgullo, un miembro del equipo de Rajoy.