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nuevo estudio

Lecturas escolares para inculcar los valores del franquismo

Investigadores de la UNED ponen de manifiesto el abrumador predominio de la ideología sobre la ciencia en los textos de la dictadura

REDACCIÓN
MADRIDActualizado:

Ni rastro de los espermatozoides y mucho menos de los óvulos. Los bebés nacían por voluntad divina o por la acción bienhechora de la cigüeña. Así lo aseguraban los textos de los libros con los que los niños eran educados durante la dictadura de Francisco Franco.

A los escolares se les inculcaba también el amor a la tierra que les vio nacer desde que pisaban las aulas. "España es de abundante riqueza porque lo quiso Dios. En la variedad de sus climas se produce cuanto se necesita para la vida. España, tu patria, está dotada por la naturaleza de todo lo que se requiere para ser una nación grande y libre", rezaba uno de los documentos que los menores debían deglutir mentalmente si no querían que sus maestros les reprendiesen.

Un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) ha repasado 19 de los manuales escolares empleados entre 1939 y 1959, la primera etapa del franquismo, con el fin de analizar el modo en el que se trataban las ciencias naturales durante aquella época. Y el resultado, publicado en la revista 'History of Education & Children’s Literature', no deja lugar a dudas de cuáles eras las prioridades de las autoridades: nada de revelaciones incómodas que hiciesen perder a los imberbes su natural inocencia. Y mucho menos de transmitirles conocimientos puros. Lo primero era inculcarles los valores sobre los que se asentaba la dictadura.

Ni rastro de ciencia

Un buen ejemplo era el ensalzamiento del modo de vida rural y el menoscabo de lo urbano. "No huyas del campo tras el señuelo de una profesión liberal o fascinado por el brillo mentiroso de la ciudad", aconsejaba uno de los manuales que habían de leer con fruición los pequeños de entre seis y diez años. Cualquier joven que soñase con abandonar su pueblecito para convertirse en abogado o periodista ya podía irse olvidando. ¿Dónde iba a estar mejor que escuchando el trino de los pájaros y oteando las montañas que encerraban el entorno que le había visto nacer?

En cualquier caso, poco había más allá de esas cimas. ¡Qué necesidad había de comprobar cómo se dormía bajo el arrullo del sonido de las olas si podían explicarlo los libros! "¿Por qué suena así el mar? Ha dicho la abuelita que el mar suena así porque Papá Dios cuenta cuentos a las gaviotitas, como ella a nosotros, y cuando los cuentos son de miedo o de ogros, el mar suena más y parece que se enfada", explicaba uno de los volúmenes con los que cargaban los escolares. Una vez más, los ejes ideológicos sobre los que se asentaba la dictadura por encima de la ciencia.

"La transmisión de conocimientos de ciencias naturales se hizo de tal forma que, lejos de constituir un peligro o una amenaza para la ideología nacional-católica, la reforzó. Estos libros eran un especie de catecismo político-religioso", apunta Kira Mahamud, profesora en el Departamento de Historia de la Educación y Educación Comparada de la UNED y autora principal de un estudio que tendrá su continuación con el análisis de los textos empleados entre 1959 y 1975, es decir, el tardofranquismo y el comienzo de la Transición.