El secuestrador de Cleveland se suicida en la cárcel
Ariel Castro aparece ahorcado en su celda, donde estaba solo y era sometido a una vigilancia especial con rondas cada treinta minutos
WASHINGTON.Actualizado:Ariel Castro, de 53 años, fue condenado a prisión de por vida hace apenas un mes, en un juicio durante el cual clamó que era «humano», que no era «un monstruo» y que estaba «enfermo». El hombre que secuestró, violó y maltrató durante una década a tres mujeres en Cleveland (Ohio), fue recluido en una celda de la prisión de Columbus, solo y con la vigilancia especial de una ronda que lo controlaba cada treinta minutos. A pesar de ello, el martes por la noche lo encontraron ahorcado, y aunque los equipos médicos de la penitenciaría efectuaron de inmediato maniobras de reanimación y después lo trasladaron a un hospital, hora y media después se certificaba su muerte.
Los resultados preliminares de la autopsia concluyen que se suicidó «por ahorcamiento», explicó ayer el forense del condado de Franklin, Jan Gorniak, quien agregó que están pendientes los resultados de las pruebas de toxicología. El abogado de Castro, Craig Weintraub, reveló que las autoridades penitenciarias habían rechazado hace dos semanas una petición para que un psicólogo forense examinara las «tendencias suicidas» de su cliente.
La petición, según Weintraub, se hizo a la luz de una carta de 2004 en la que Castro hacía referencia al suicidio y había sido encontrada por el FBI en la casa de Cleveland donde mantuvo cautivas a Michelle Knight, Amanda Berry y Gina DeJesús. La familia de Castro «está devastada por la noticia», dijo Weintraub al programa 'Today' de la cadena NBC de televisión, donde prometió llegar «hasta el fondo» en la investigación de las circunstancias de la muerte de su cliente. Cuando Ariel Castro fue detenido en mayo también fue puesto bajo vigilancia para evitar un posible suicidio. Así lo confirmó ayer John O'Brien, portavoz de la oficina del alguacil del condado de Cuyahoga, quien aclaró que tras una evaluación psicológica se decidió eliminar esa protección.
La firma de abogados que representa a las tres víctimas de Castro señaló que ninguna de ellas ni sus familias prevén hacer declaraciones. El alcalde de Cleveland, Frank Jackson, sí habló y pidió a los ciudadanos y a la prensa que respeten la privacidad de las mujeres para que puedan «seguir adelante con sus vidas».
La condena impuesta el 1 de agosto a Ariel Castro, cadena perpetua sin libertad condicional, correspondía sólo a uno de los cargos, el de homicidio agravado, por golpear a una de las jóvenes durante el cautiverio hasta causarle un aborto. Además, sumaba otros mil años de prisión por otros casi 1.000 cargos, entre ellos cientos por violación.
Las tres mujeres fueron secuestradas por Castro en los años 2002, 2003 y 2004, y recuperaron la libertad el pasado 6 de mayo cuando, en un descuido de su captor, Amanda Berry logró escapar y pedir auxilio a gritos. Un vecino, Charles Ramsey, acudió en su rescate y ayudó a la joven a romper la puerta de la casa en la que estaba secuestrada. Berry reveló entonces que en la casa había más personas recluidas contra su voluntad: DeJesús, Knight y una hija de esta, de seis años, fruto de los abusos de Castro .
«Soy también una víctima»
Tras el rescate los vecinos no salían de su asombro y aseguraron que nunca sospecharon que Castro pudiera ser responsable de los secuestros, dos de los cuales, los de DeJesús y Berry, eran muy conocidos por la comunidad. El día en que conoció su condena, Castro pidió perdón a sus víctimas. «No soy un monstruo. Estoy enfermo», dijo. «Creo que yo soy también una víctima», sostuvo entonces. Castro relató que había sufrido abusos sexuales siendo joven y habló también de su adicción a la pornografía. «No estoy tratando de poner excusas. Sé que obré mal, pero no soy una persona violenta», indicó.
También contó que en la casa en la que mantuvo secuestradas a las tres mujeres había «armonía» y que las acusaciones de abusos sexuales eran «falsas», puesto que, según él, «muchas veces» ellas le pedían tener sexo. Pero el juez Michael J. Russo, al leerle la condena, fue rotundo: «Usted separó a tres mujeres de sus familias y sus comunidades, las hizo esclavas y las trató como si no fueran personas».