Obama salva el primer obstáculo
El Comité de Exteriores del Senado aprueba la intervención militar por un ajustado margenJohn Kerry asegura que varios países de la Liga Árabe están dispuestos a financiar el coste de la operación
NUEVA YORK. Actualizado: Guardar«No fui yo quien pintó la línea roja», dijo ayer Barack Obama desde Suecia. «Fue el mundo, cuando los gobiernos que representan al 98% de la población mundial declararon aberrantes los ataques químicos y firmaron la convención que los veta incluso en un país enzarzado en guerra».
Al despertarse ayer con estas palabras, muchos congresistas no pudieron evitar preguntarse dónde está el mundo ahora. Horas después transmitieron personalmente la pregunta al secretario de Estado, John Kerry, que acompañado del jefe del Pentágono Chuck Hagel y el del Estado mayor Martin Dempsey, compareció ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara Baja, después de haber aguantado la víspera el interrogatorio en el Senado.
Kerry se apresuró a contestar que 53 países han condenado el uso de armas químicas en Siria, pero atrapado en el banquillo, y coronado por las manos ensangrentadas que mostraban a su espalda las mujeres de Code Pink, no pudo escapar del trance. Los congresistas sabían bien que una cosa es condenar y otra cosa apoyar una respuesta militar.
De los 189 firmantes de la Convención de Armas Químicas, Kerry admitió que solo diez han ofrecido participar en la intervención militar, sin que desvelase los nombres de esos países. «Tenemos más voluntarios de los que podemos usar en este tipo de operaciones», presumió.
Es de suponer que muchos pertenecen a la Liga Árabe, porque cuando los congresistas criticaron la respuesta de esta organización, el jefe de la diplomacia, que ya ha dado muestras de indiscreción, contó que algunos no solo la apoyan sino que están dispuestos a financiarla si EE UU la lleva a cabo. El general Dempsey ha dicho que la «limitada» operación que pretende llevar a cabo Obama costará «miles de millones de dólares», por lo que la oferta árabe no es desdeñable. Entre estos mecenas interesado es posible adivinar a dos países sunníes como Arabia Saudí y Catar, que ya han inyectado ingentes cantidades de dinero para destronar a Bashar El-Asad, seguidor de la rama alauí del Islam, con la que se disputan el poder en la región.
Otros países
Kerry, que se niega a llamar «guerra» al ataque militar en Siria, sostiene que el gobierno americano no está buscando la participación de otros países «sino solo su apoyo». Lo que sí le gustaría contar es con la OTAN, con la que se reunirá este fin de semana, pero advirtió a los congresistas que duda mucho que la organización se suba a bordo. En añoranza de su cooperación recordó que el ataque a Kosovo que se hizo en 1999 permitió bombardear más de 30.000 objetivos durante 28 días «sin que tuviéramos una sola baja».
Si a EEUU le está costando asumir un nuevo ataque militar contra otro país de Oriente Próximo, la idea de que cueste la vida a sus soldados es aún más difícil de digerir. Por eso la resolución que ayer se abrió paso a duras penas en el Comité de Asuntos Exteriores del Senado prohíbe expresamente el despliegue de tropas y limita las acciones militares a 60 días. Los demócratas, con mayoría en la Cámara Alta, la sacaron adelante con apenas tres republicanos, entre ellos John McCain, que a lo largo de la mañana amenazó con rechazarla si no se incluía la postura que la Casa Blanca le había expresado en privado de que el objetivo final es ayudar a los rebeldes para desplazar del poder a El-Asad.
Por su intervención y la del senador Chris Coon, la resolución que votará el Senado da poder al presidente para cambiar «el actual equilibrio de poderes sobre el terreno en Siria» al entender que no existe un clima propicio para establecer una paz negociada. Según esto, la política de EE UU ya no será simplemente enviar a El-Asad un mensaje de que no puede usar armas químicas en su guerra contra los rebeldes, sino que Washington intentará «cambiar el momento» y mejorar la capacidad militar de «elementos sirios de la oposición».
Hasta ahora el gobierno americano sólo había prometido que los ataques mermarían la capacidad de El-Asad para volver a utilizar armas químicas. Preguntado por los congresistas sobre la posibilidad de que el gobierno sirio responda al ataque, bien a través de sus propias defensas o con la ayuda de los barcos rusos estacionados en la zona, el secretario de Defensa aseguró haber hablado con Moscú y tener tranquilidad de que Rusia no representa un peligro. Lo que sí lo sería es si EE UU se involucra en la guerra civil siria, donde Hagel ve un desenlace «impredecible, complicado y peligroso».