El Método
Actualizado: GuardarEn 1637 René Descartes publica de forma anónima en Holanda su obra más conocida, ‘El Discurso del Método’. Esta obra supuso una ruptura con el mundo oscurantista del medievo y abrió las puertas a una nueva forma de entender las ciencias y sobre todo la investigación. Concluía que no hay que admitir jamás cosa alguna como verdadera sin conocer con evidencia su realidad. Lo único que es enteramente nuestro son nuestros pensamientos, lo demás no nos pertenece sólo a nosotros.
Todas nuestras acciones se rigen por unas normas, llevan intrínsecamente una metodología establecida, de la que a veces no somos conscientes. Cuando estás normas no se cumple entramos en el terreno de la sin razón. Incluso acciones perversas podrían ser justificadas con un razonamiento lógico que nos lleve a ese funesto callejón sin salida en el que el fin justifica cualquier medio.
Las guerras no escapan a este planteamiento. Lejos quedan atrás las declaraciones formales de guerra y la configuración estratégica de campos de batallas. Los ejércitos se conforman de manera secreta. Las trincheras no existen y el fuego amigo es causa de daños colaterales tan sangrientos como los del enemigo más ruin. El bombardeo controlado de instalaciones militares se confunde a veces con la destrucción de colegios, hospitales y edificios de uso civil. Ahora el método es el caos aderezado con el miedo más atroz. No distingue entre ejército y población civil. El enemigo es todo lo que rodea el entorno del gobernante cínico que masacra a su pueblo ante la mirada impasible de la comunidad internacional, que lleva a gala no haber resuelto nunca ningún conflicto.
El descaro llega a convertirse en hipocresía. Que le pregunten a las víctimas si es importante el método, cuando el fin último es aniquilarlas. Da igual el dolor del último suspiro, tiene que ser punzante y profundo, independientemente de la manera en la que se ha llegado hasta él.
El uso de armas químicas se ha convertido en la justificación para intervenir militarmente en Siria. Durante más de un año se cuentan por decenas de miles los fallecidos en esa guerra fratricida. Por millones los desplazados a campos de refugiados en los países limítrofes. Se prohíbe que la ayuda internacional llegue a sus destinatarios. Se bloquea el trabajo de las Organizaciones no Gubernamentales. Pero todo eso parece estar permitido ante la comunidad internacional porque el método empleado en esa barbarie tiene la justificación de ser una guerra limpia, como si la muerte violenta a manos de tus propios paisanos fuera pulcra y justificada, parte del juego de poder. Son muchas las oportunidades de evitar dolor y muerte las que han tenido los países poderosos. A penas han pasado veinte años del exterminio en la antigua Yugoslavia.
Lo de ahora es como decía George Orwell «el lenguaje político está diseñado para hacer verdadera la mentira y respetable el asesinato y el crimen».