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Vista del islote Pitón Pequea, uno de los territorios que conforman las islas Salvajes. :: R. C.
Sociedad

De Perejil a las Salvajes

España y Portugal se enfrentan por las aguas de estos islotes situados al norte de las Canarias donde solo viven dos guardias lusos

J. LUIS ÁLVAREZ
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No habrá ni invasión, ni intervención de unidades aerotransportadas del Ejército y de la Armada española como ocurrió en julio de 2002 en el islote de Perejil, cuando Marruecos pretendió tomarlo al asalto. Aquí prima la diplomacia sobre la fuerza. Portugal ha emprendido una ofensiva ante las Naciones Unidas para incluir en su zona económica las aguas de las islas Sevagens -islas Salvajes, en castellano-, dos pequeños grupos de islotes al norte de Canarias, en medio del océano Atlántico.

El conflicto surge por el dominio de las aguas territoriales. El portavoz del Gobierno portugués aseguró ayer que reiterarán por escrito su posición «ante las Naciones Unidas». Y es que Lisboa trata de aumentar la categoría de unos islotes minúsculos para que sean tratados como islas. El problema es que el más grande de las Salvajes tiene mucho menos extensión que la ya de por sí pequeña isla Alegranza, un peñón que aflora al norte de Lanzarote. Para dar más empaque al asunto, el propio presidente portugués, Anibal Cavaco Silva, estuvo el pasado mes de julio en los islotes y pernoctó en el pequeño acuartelamiento que existe en el mayor, donde montan guardia dos militares durante todo el año.

Por su parte, tal como recoge el rotativo luso Diario de Noticias, el Gobierno español considera «inaceptable» dar el estatuto de islas a las Salvajes. Lisboa pretende explotar sus aguas en un radio de hasta 370 kilómetros si consigue que sea declarada una zona económica exclusiva. Da la casualidad de que el islote de las Salvajes más cercano a Canarias se encuentra poco más de 165 kilómetros. No es que el Gobierno español niegue que las Salvajes sean portuguesas, pero insiste en que son solo peñones deshabitados sobre los que Lisboa solo puede aspirar a tener unas aguas territoriales de hasta 22 kilómetros.

De las islas Savagens poco se sabe, a no ser que se sea un experto navegante o el patrón de un pesquero. Tiene un origen volcánico, como las Canarias. Se encuentran a 250 kilómetros de distancia la localidad lusa más próxima, en Madeira.

Caracterizadas por su pequeño tamaño, fueron descubiertas en el siglo XIV. Al parecer, a ellas llegaron los navegantes de la Corona de Castilla, que nunca tomaron posesión. Ante la carencia de agua, pronto perdieron todo el interés por ellas. Así pasaron a depender de Madeira y, en concreto, de familias adineradas que las tenían como punto de recreo para cacerías o salidas de pesca recreativa. En 1971, el Gobierno portugués se las compró a los propietarios a causa de su interés natural.

Como ocurre en España con las islas Colombretes, frente a las costas de Castellón, la visita a las Salvajes está restringida. Están consideradas como reserva biológica y hay que pedir permiso a los responsables del Parque Natural de Madeira para poder desembarcar en la única ensenada existente en el islote llamado Mayor o Grande -kilómetros y medio de largo, por medio de ancho-.