Un tour de corazón
Christian Haettich, que perdió una pierna y un brazo, desafía las cumbres históricas en la Haute Route Pirineos
Actualizado:Cuando Christian Haettich perdió una pierna y un brazo con 15 años por culpa de un accidente, en lo último que pensó fue en que ya no podría montar en bicicleta. Hasta entonces, sus pedaladas apenas le habían llevado a la esquina de su casa. La bici ocupaba un minúsculo rincón en una vida que saltó por los aires contra un coche. Ahora no podría vivir sin dar pedales. O sí. Este francés de 53 años es la evidencia de que cuando el padre del Tour Henri Desgrange arengó a los pioneros con aquello de «cabeza y piernas», le faltó precisar que es la primera la que de verdad hace llegar lejos a las segundas. Haettich participa desde ayer en la Haute Route de los Pirineos, una de las pruebas ciclistas para aficionados más duras del mundo. Casi 400 corredores, llegados desde los cinco continentes, pondrán a prueba su resistencia física y mental a lo largo de siete etapas, un Tour en pequeño pero circunscrito a las cumbres pirenaicas.
Tras partir ayer desde la localidad leridana de Solsona, los ciclistas sufrirán siete extenuantes jornadas en las que coronarán 20 puertos de la entidad de la Bonaigua, Pla de Beret, Aspin, Tourmalet o Aubisque, repartidos en 750 kilómetros y con una cronoescalada en la quinta etapa. En el horizonte, Anglet, punto final de la ruta en las costas atlánticas el próximo sábado. Haettich es veterano en estas lides. Ha completado ya varias ediciones de la Route Haute en su versión de los Alpes, celebrada este año a mediados de agosto. Si consigue alcanzar la meta de Anglet, será uno de los escasos ‘iron riders’ capaces de superar las dos carreras y doblegar así las montañas más legendarias del Tour.
Casi 400 corredores, llegados desde los cinco continentes, pondrán a prueba su resistencia física y mental a lo largo de siete etapas
«¿Por qué no?», contesta cuando se le pregunta qué se le ha perdido en una carrera en la que cualquier mortal necesitaría tres o cuatro piernas para empujar la bici ladera arriba. «Me gusta la montaña y amo el ciclismo», concede. Veinte años después de su accidente, decidió que había llegado la hora de hacer deporte y probó con el más duro. «Lo peor fue encontrar el equilibrio sobre el sillín. A partir de ahí, me di cuenta de que yo podía hacer lo mismo que los demás aunque me faltase una pierna y parte de un brazo. Ahora comprendo que mi discapacidad me ha hecho más libre. Al principio sufrí mucho. Ahora, nada es complicado para mí», resume.
"Espíritu de lucha"
Christian Haettich se sabe mirado y admirado. Le agrada servir de ejemplo para otros ciclistas, igual que para él lo fueron Bernard Hinault –«por su espíritu de lucha»- y Marco Pantani, por su «poderío» en las montañas. El desafío de los Pirineos, como antes el de los Alpes, es uno de sus motores vitales. «Hay que ponerse metas y convencerse de que, si quieres, puedes», sentencia este héroe negro por el sol, que ayer llegó penúltimo a la meta de La Seu d’Urgell. Su presencia no pasa desapercibida en un pelotón variopinto, formado por ciclistas de 35 países y en el que basta rascar un poco en cualquier biografía para encontrar historias sobrecogedoras. Como la de James Golding, al que hace cuatro años le concedieron un ‘alentador’ 5% de posibilidades de seguir con vida. El cáncer lo había cogido por el gaznate pero este inglés de brazos tatuados y mirada de pillo le devolvió el golpe agarrado a un manillar.
El cáncer lo había cogido por el gaznate pero este inglés de aprender a andar otra vez, se montó en una bici y no ha parado
Después de aprender a andar otra vez, se montó en una bici y casi no ha parado. En 2010 atravesó los Estados Unidos de costa a costa y en noviembre de este año intentará batir en Australia el récord de kilómetros recorridos en bicicleta en una semana (2.488). «El cáncer te lleva a conocer tus límites, igual que una carrera de este tipo», subraya antes de confesar que se aficionó al ciclismo tras recuperarse de su enfermedad. «Ahora he sido padre», confiesa orgulloso, antes de pronunciar una frase que en otros labios podría parecer tópica pero que en los suyos resuena como una verdad estruendosa: «Creo que si tienes un sueño, no hay que parar hasta conseguirlo». A Christian Haettich y James Golding les quedan seis etapas por delante. Sus peripecias y el anecdotario de la carrera podrá seguirlas cada día en la página web de este periódico.