![](/cadiz/prensa/noticias/201309/01/fotos/7166623.jpg)
Obama pide autorización al Congreso
El presidente de EE UU pospone el ataque contra el régimen de Damasco hasta obtener el permiso de los legisladores
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarDesde que Franklyn Roosevelt pidió autorización al Congreso para que su país entrase en la II Guerra Mundial, ningún presidente de EE UU ha pedido permiso a los legisladores para declarar la guerra a otro país. Ha habido, eso sí, diferentes peticiones de apoyo con una semántica cuidadosamente redactada para respaldar misiones militares ya en marcha, como probablemente haga Barack Obama. El abogado constitucionalista que como senador y candidato adjudicaba esta potestad al Congreso no renunciará a su supuesta autoridad, pero retrasará varias semanas el ataque a Siria para pedir al cuerpo legislativo el apoyo que le falta entre la opinión pública y a nivel mundial.
«Habiendo tomado mi decisión como comandante en jefe, basándome en lo que estoy convencido son nuestros intereses de seguridad nacional, también soy consciente de que soy el presidente de la democracia constitucional más antigua del mundo», dijo ayer desde la Casa Blanca. «Y por eso es por lo que he tomado una segunda decisión: Pediré autorización para el uso de la fuerza a los representantes del pueblo estadounidense en el Congreso».
Obama explicó su histórica decisión en su «antigua creencia de que nuestro poder se arraiga no solo en nuestra capacidad militar, sino en nuestro ejemplo como gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo». Pero esa «antigua creencia» no sirvió para pedir su legitimidad a la hora de intervenir en Libia. Igual que habían hecho Truman en Corea, Eisenhower y Kennedy en Vietnam, Corea, Reagan en Granada o Panamá, Clinton en Kosovo, Bush en Irak y todos en tantas en guerras sin declarar, amparándose en la confusa Resolución de Poderes de Guerra de 1973. Esta ley, que muchos constitucionalistas como el propio Obama creen anticonstitucional, permite al presidente tomar acciones militares en ausencia de una declaración de guerra del Congreso, siempre que acuda a informarle en 48 horas y ponga fin al uso de la fuerza en 60 días.
Obama podía haber recurrido a este contradictorio poder para bombardear Siria, como hiciera con Libia, de no ser porque esta vez no necesita la autorización legal del Congreso, sino su fuerza moral. Con la opinión pública en contra y sin el apoyo de la ONU, la OTAN, la Liga Árabe o incluso Gran Bretaña, su mejor aliado, el presidente corría grandes riesgos si hubiera decidido bombardear por su cuenta un país tan complicado como Siria, por mucho que el ataque químico del pasado día 21 sea «un asalto contra la dignidad humana que también presenta un serio peligro para nuestra seguridad nacional», dijo ayer. «En un mundo con tantos peligros, esta amenaza hay que confrontarla», sentenció.
«He decidido que Estados Unidos debe tomar acción militar contra objetivos del régimen sirio», dijo poniendo fin a las especulaciones de los días anteriores. «Nuestras acciones estarían diseñadas para tener una duración y un alcance limitado».
Listos para actuar
Obama anunció que sus fuerzas armadas se han posicionado ya en la región y sus jefes militares le han dicho que están listos para el ataque. «Y yo estoy preparado para dar la orden». A la vez, el mandatario aseguró que no hay prisa desde un punto de vista militar para llevar a cabo la misión.
Eso le da tiempo para consultar con sus aliados internacionales en la cumbre del G-20, que se celebra el jueves en San Petersburgo, a los que pedirá que «apoyen públicamente sus acciones» si les importa el orden internacional. Londres tendrá margen para seguir moviendo su resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU, aunque Rusia haya dejado claro que piensa vetarla, y hasta Jimmy Carter haya condenado cualquier acción militar sin la aprobación de la ONU. Los inspectores del organismo podrán terminar las pruebas de laboratorio que confirmarán el ataque y servirán para construir «una narración de los hechos», ha prometido la organización. Y los congresistas podrán volver de vacaciones el día 9 para celebrar con calma el debate que Obama dice ansiar.
«Un país enfrenta pocas decisiones tan graves como el uso de la fuerza militar, incluso cuando esa fuerza es limitada», dijo el presidente con sobriedad. «Respeto los puntos de vista de aquellos que piden cautela, particularmente cuando nuestro país emerge de una era de guerra que yo fui elegido en parte para acabar», reconoció. «Pero si realmente queremos escabullirnos de tomar las acciones apropiadas a la luz de algo tan indignante para lo que no hay palabras, entonces tendremos que admitir cuál es el precio de no hacer nada».
La responsabilidad recae ahora en el Congreso, cuyo portavoz John Boehner recibió ayer complacido la potestad de decidir esta importante acción. La Casa Blanca empezará hoy mismo ha mostrar a los legisladores las pruebas que tiene sobre el uso de armas químicas en Siria.