Alfredo Pérez Rubalcaba. :: R. C.
ESPAÑA

Rubalcaba, ante la encrucijada de remontar o tirar la toalla

El líder del PSOE espera que la conferencia política y el 'caso Bárcenas' sean los resortes para el despegue del partido

MADRID. Actualizado: Guardar
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Los socialistas se desperezan de las vacaciones con una encrucijada por delante: o remontan o Alfredo Pérez Rubalcaba tira la toalla. Están sumidos en una de las peores crisis de su historia reciente y asiste impotente a la caída en picado del PP sin poder rentabilizar el bajón. Las diferencias internas que arrastran desde la derrota de 2011 se agudizan y solo el 'caso Bárcenas' actúa como bálsamo de Fierabrás para sus males y sirve de argamasa a una cohesión cogida con alfileres.

Pero el remedio será insuficiente si no logran revertir la situación y convertirse en alternativa de gobierno. Los negocios y la contabilidad B del extesorero permiten concentrar la artillería opositora en el partido gubernamental, un escenario ideal, en teoría, para desbancar a los de Rajoy. Pero la realidad muestra otra cosa. El último sondeo del CIS atribuye al PP un 32,5% de intención de voto, 12 puntos menos que en las elecciones de hace dos años, y al PSOE, 27,2%, punto y medio menos; una brecha considerable con el dato inquietante para ambos del firme ascenso de IU y UPyD.

Las encuestas para las elecciones europeas también otorgan la victoria al PP. Rajoy tiene una imagen desastrosa, pero la de Rubalcaba no es mejor. Solo en Andalucía, y si se adelantan las elecciones, sale el sol para el PSOE y pintan bastos para el PP. Hace un año el argumento de que aún estaba fresca la mala gestión de José Luis Rodríguez Zapatero consolaba a los socialistas, que se aferraban a la idea de que a medida que pasara el tiempo mejorarían sus expectativas. Hoy, no. El accidentado mandato de Rajoy está casi en su ecuador, y el PSOE sigue igual o peor.

La ebullición interna, pese a los esfuerzos de la dirección del partido por tapar las vías de agua, no cesa. La marcha de Carme Chacón y su demoledora crítica al líder por la, a su juicio, falta de renovación interna han encendido rescoldos enfriados por el 'caso Bárcenas'.

Rubalcaba fía todo al éxito de la conferencia política de otoño, a que el extesorero embarre aún más la cancha política y a que la escalada soberanista en Cataluña, en la que los socialistas hacen un ejercicio de funambulismo de difícil comprensión, no pase una excesiva factura. En ese escenario podría llevar a buen puerto su estrategia de refundación socialista y celebrar las primarias lo más cerca posible de las elecciones de 2015, en las que, siempre que no se presente y gane, deberá entregar la vara de mando.

Congreso extraordinario

Los críticos, que no son cuatro gatos, rechazan ese calendario y exigen primarias antes de las elecciones europeas que abrirían una etapa de bicefalia, de pésimo recuerdo para el PSOE, y que es muy probable que abocaran al partido a un congreso extraordinario para unificar la figura del candidato y el líder.

La primera toma de temperatura para comprobar el estado de las cosas llegará con la conferencia política del 8 al 10 de noviembre. Se pondrá sobre la mesa una reforma federal de la Constitución; un nuevo modelo de partido con, entre otras propuestas, la limitación de mandatos para los gobernantes y secretarios generales, y primarias abiertas y generalizadas. En definitiva, una refundación, o algo muy parecido, del socialismo, que o cohesiona al partido o lo trocea en mil pedazos.

De ese cónclave debe salir, además, el itinerario para lo que resta de legislatura, una hoja de ruta que se pondrá a prueba en las elecciones europeas de mayo de 2014, las primeras de ámbito nacional tras las generales. Para entonces, Rubalcaba confía en que el PSOE haya revertido la situación, de no ser así y sufrir otro revés en las urnas es muy probable que tire la toalla.