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ESPAÑA

POR BÁRCENAS

Anuncia en la apertura del curso político de su partido en Soutomaior que la bajada del IRPF se producirá en 2015, un año después de lo inicialmente previsto por el GobiernoAugura que si mejora la economía volverá a ganar las elecciones pese al «ruido» que levanta la presunta financiación ilegal del PP

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Mariano Rajoy arranca el curso político convencido de resistir tanto los empellones de Luis Bárcenas como la investigación judicial sobre la supuesta existencia de una caja B en el PP. El presidente del Gobierno intenta transmitir a los suyos, inquietos ante el desenlace que pueda tener el caso del extesorero, que no se desesperen por el «ruido» mediático que levanta este asunto. Su teoría es que el éxito en las próximas citas electorales dependerá de que los ciudadanos palpen la incipiente recuperación económica y no de la sombra de corrupción que se cierne sobre su formación. «Nada ni nadie me va a distraer», sentenció Rajoy en otro de sus habituales mensajes sin remite, pero con destinatario claro.

El castillo de Soutomaior, en Pontevedra, se ha convertido en un escenario fetiche para el líder del PP al que acude desde hace siete años para dar el primer mitin después de las vacaciones de verano. Soutomaior es para Rajoy lo que Rodiezmo era para José Luis Rodríguez Zapatero, un escaparate para hacer anuncios. Al expresidente socialista le gustaba compartir con los mineros de León y Asturias la confirmación de la revalorización de la pensiones. Ayer, y ante más de mil personas, Rajoy adelantó que en 2014 regresará al castillo de Soutomaior para anunciar una bajada de impuestos casi en diferido. La revelación tiene más de puesta en escena que de noticia porque el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ya comunicó en abril que el IRPF no bajaría hasta 2015, es decir, un año después de lo prometido inicialmente por el Ejecutivo popular.

Si las pensiones, como uno de los ejes del estado del bienestar, eran prioritarias para Zapatero, aminorar la presión fiscal a los españoles es una obsesión para Rajoy. Con el incremento del IRPF y del IVA incumplió su programa electoral, un quebranto que quiere rehacer a toda costa. De hecho, anticipó que presentará la reforma tributaria en el primer trimestre de 2014.

Mismo rumbo y tripulación

Rajoy sacó pecho de su gestión para apuntalar otra de las ideas en las que más hincapié hizo, la de que nada va a variar. Ni va a cambiar de rumbo ni de marineros pese a la tormenta Bárcenas. El jefe del Ejecutivo insistió en que cuenta con una mayoría parlamentaria sólida, absoluta en el Congreso y el Senado, para seguir profundizando en sus reformas estructurales. «No vamos a abdicar de nuestra responsabilidad como Gobierno porque esa responsabilidad nos la han dado los españoles», apostilló.

Rajoy, tal vez cansado de las especulaciones sobre si había decidido o no hacer su primera crisis de Ejecutivo, enfatizó que estaba «orgulloso de todos los miembros de este Gobierno que están haciendo una magnífica labor». El presidente se guarda en la manga el as del cambio de ministros. «Nunca daría ese paso para librarse de la presión del 'caso Bárcenas'», apunta uno de sus más estrechos colaboradores. La fecha más racional para dar oxígeno a su equipo ministerial sería, según fuentes del Gobierno, a finales de año, una vez que se hayan aprobado los Presupuestos Generales para 2014 y, sobre todo, en coincidencia con la posible inclusión de algún ministro en la candidatura del PP para las elecciones europeas.

Ahí acabaron las alusiones a los posibles cambios en el Gobierno ante los embates del 'caso Bárcenas' para el PP. Del partido no dijo nada, se reserva para la reunión del comité ejecutivo nacional de mañana. Aunque a la vista del discurso de ayer en Soutomaior, es de prever que tampoco introduzca cambios para hacer frente a la crisis causa por el extesorero, al que, de acuerdo a su costumbre, no mencionó en ningún momento, y a los futuros desafíos de la investigación judicial y las informaciones de los medios de comunicación. Bárcenas y la corrupción son para Rajoy algo que está ahí, pero que no van influir en nada en su quehacer, en contra de quienes pensaban en una catarsis a la vuelta de las vacaciones.

La herencia

El presidente, por tanto, se centra en el terreno en el que se siente más cómodo y abrigado, la economía y la salida de la crisis. Hace meses que no recurría a la herencia recibida, pero ayer lo hizo. Rescató los reproches a los siete años de mandato de Zapatero para explicar que durante su primer año y medio en la Moncloa ha tenido que esforzarse para «retirar los viejos escombros, limpiar el terreno y poner bases sólidas para limpiar el futuro».

Defendió con vehemencia los frutos que, a su juicio, ha cosechado su Gobierno desde su anterior intervención en Soutomaior, hace justo un año. El principal, se ufanó, ya nadie habla del rescate de la economía española. Y detalló que hace doce meses, España se tenía que financiarse a un «interés escandaloso» del 7,62% y que la prima de riesgo se situaba en los 640 puntos básicos. «Hoy (por ayer), -redondeó- la prima de riesgo ha bajado más de la mitad y nos financiamos a diez años a un 4,5%».

Explicó que todo ello ha supuesto un ahorro de 5.000 millones en un año para las arcas del Estado «que gracias a la bajada de la prima de riesgo podrá gastar este año, que todavía debemos gastar poco, 18.500 euros más que si las cosas no hubieran salido como han salido». No obstante, mantuvo la cautela y no echó las campanas al vuelo. La crisis no se ha superado. «No podemos cantar victoria, pero sí podemos estar orgulloso de lo que ha sido capaz de hacer nuestro país a los ojos del mundo y en un tiempo récord», acotó el presidente.

Muy lejos queda el pesimismo que exhibieron el 26 de abril la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y los ministros Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, al presentar unas perspectivas macroeconómicas muy desalentadoras y alejadas de cualquier atisbo de recuperación y que cercenaban las esperanzas de los seis millones de desempleados de encontrar un trabajo en el corto plazo, lo que supuso un mazazo para los planes de Rajoy.

«Vamos ganando terreno trimestre a trimestre», apuntó el presidente del Gobierno. Recordó que en el último trimestre del pasado año, la economía española cayó un 0,8; el primero de este año, un 0,5; y el segundo de este año, un 0,1. «Os digo, os aseguro que en los próximos meses estos datos van a mejorar y que en España saldremos de la recesión, que es el prólogo para la salida y la recuperación», remachó.

Rajoy, durante su alocución, repitió en varias ocasiones que no piensa mover su tablero ni un ápice. De sus rivales parlamentarios espera poco. No los necesita para sacar adelante sus leyes, gracias a la mayoría absoluta de la que goza el PP en el Congreso. «A mí -expuso Rajoy- no me preocupa lo que digan otros, la oposición no ha colaborado en nada. «Ni han colaborado y, me temo, que no vayan a hacerlo en el futuro», añadió. Pese a este reproche, no abandonó la senda de lo políticamente correcto y mantuvo la mano tendida: «Dialogaremos con todos los que no tengan más interés que construir y defender los intereses de todos los españoles».

Al margen de la economía, que casi monopolizó su intervención, tuvo un recuerdo para las víctimas del descarrilamiento del tren Alvia el 24 de julio en Santiago. «Todos ellos -subrayó con sentimiento- estarán en nuestras memorias para siempre».