Cómo llevar la financiación a las pymes
El Gobierno se la juega en el objetivo de lograr un revitalizar unas empresas que representan el 95% del tejido productivo y el 63% del total del empleo De Guindos ya anunció una modificación del concepto de pequeña empresa para facilitar el crédito
MADRID. Actualizado: GuardarEl asunto ocupa un lugar predominante en la agenda del Gobierno en su retorno al trabajo a la vuelta de las vacaciones. Las pequeñas y medianas empresas, así clasificadas con criterios de la Unión Europea cuando aglutinan plantillas inferiores a 250 trabajadores, representan el 95% de las sociedades constituidas en España, y también algo más del 63% del empleo total.
El Ejecutivo es consciente de que, por mucho que las 'grandes' salven los muebles y presenten cuentas con resultados positivos gracias a la actividad en el exterior, o por las plusvalías generadas por la venta de sus negocios en el extranjero, será la resurrección de las pymes de todo tipo -industriales, exportadoras, tecnológicas, del pequeño comercio o del servicio a las empresas- la que marque el verdadero signo de la recuperación en España.
Las pymes necesitan, para su relanzamiento, además del repunte de la demanda nacional -consumo e inversión, ambas muy deprimidas-, del restablecimiento del flujo del crédito. Lo piden a gritos, e instituciones en apariencia tan distantes como el Banco Central Europeo (BCE) han percibido esta necesidad. De momento, en el horizonte flota el más reciente mensaje de apoyo del presidente del supervisor del euro, Mario Draghi, en su día recibido como un bálsamo por el jefe del Ejecutivo español Mariano Rajoy. Pero hay pocos visos de efectividad en el anuncio de su iniciativa, ciertamente compleja, basada en la futura aceptación de los ABS vinculados a pymes como contrapartida, un poco más barata, eso sí, para la financiación bancaria.
Los ABS son paquetes de activos financieros, en este caso créditos, aceptados como garantía cuando una institución proporciona recursos a otra. Este tipo de titulizaciones, o cesión de los derechos de cobro, se ganaron muy mala fama con la crisis, y parece un recurso limitado que la banca pueda obtener facilidades de financiación del BCE por esta vía al conceder más créditos a las pymes. Con todo, el discurso de los dirigentes de bancos españoles no descarta este mecanismo.
Más eficaz podría resultar la reciente línea de actuación del Gobierno que busca adaptar las pautas comunitarias a la realidad empresarial española. El ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, ha anunciado el propósito de que una futura norma modifique la definición de pyme, con la intención de facilitar que llegue el crédito a la economía real.
Criterios de cómputo
Lo cierto es que hasta ahora, y con la vista puesta en una realidad empresarial muy fragmentada, el Banco de España ha venido considerando pyme a una entidad en la que se conjugan un número de trabajadores reducido, inferior a los 250 empleados del cómputo europeo, con una facturación máxima de 50 millones de euros.
Para las entidades financieras resulta muy interesante elevar el listón, porque financiar a las pymes saldrá, desde el punto de vista del acuerdo de exigencias de capital bautizado como Basilea III, más 'barato' que prestar dinero a otros agentes económicos.
Este acuerdo de capital exigido a las instituciones financieras tiene un horizonte relativamente largo. Por eso parece más probable que el Gobierno se haya decidido a cambiar las normas tomando en cuenta que están en el aire 20.000 millones de financiación del Banco Europeo de Inversiones destinados a las pymes. Si no se modificaran los términos de la clasificación, la base de empresas candidatas españolas a acceder a estos fondos europeos se vería seriamente limitada.
A las agrupaciones empresariales esta iniciativa les ha parecido poco más que un brindis al sol. Si España reconoce que tiene un tejido de microempresas, ¿por qué las administraciones no aceptan esta realidad para dar un tratamiento más favorable a las minisociedades, desde el punto de vista fiscal o comercial?, se preguntan. Y, sobre todo, reclaman un papel más activo de la banca nacionalizada y de la agencia financiera del Estado, el Instituto de Crédito Oficial (ICO) para sacar adelante a estos minúsculos negocios.
Al ICO le preocupa la elevada morosidad que se puede plantear en este sector. Y las provisiones que, desde que arrancó la crisis, ha tenido que aplicar a las líneas de financiación correspondientes a pymes, como consecuencia de la proporción de impagos, tanto en las aportaciones destinadas a dar liquidez de pequeñas empresas como en las relativas a recuperación de la inversión.
La pyme también está en el punto de mira del sistema bancario. Aunque las entidades financieras han centrado en ella su negocio, también reconocen que tras el fiasco de los promotores y la morosidad de las hipotecas, las pymes constituyen el principal objetivo de vigilancia de sus unidades de control de riesgo.