Las armas químicas, un tabú asociado a la I Guerra Mundial
Los sufrimientos que causaron durante el conflicto desarrollado entre 1914 y 1918 motivaron numerosos esfuerzos para prohibir su uso
MADRIDActualizado:El hecho de que el recurso a las armas químicas sea un tabú se debe a que éstas están asociadas a los terribles sufrimientos que su utilización masiva causó durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), afirman expertos.
Después de que el conflicto sirio haya causado ya unos 100.000 muertos en sus dos años de duración sin provocar una intervención militar exterior, los países occidentales se preparan ahora para reaccionar a la muerte de unos cientos de personas causada por un ataque con gas tóxico el 21 de agosto cerca de Damasco.
"Este caso demuestra el lugar sumamente especial que ocupan las armas químicas en la panoplia de armamentos", estima Olivier Lepick, de la Fundación de Investigación Estratégica (FRS). "Hay una dimensión psicológica muy fuerte. La gente asocia las armas químicas a una muerte dolorosa, a la asfixia y la dificultad respiratoria", agrega. El arma química es considerada asimismo como "arma no discriminatoria", que alcanza tanto a los combatientes como a los civiles. "Un obús apunta en principio a una posición, pero cuando se lanzan cientos de litros de gas, el ataque no es circunscrito", explica.
Emmanuel Goffi, oficial de la fuerza aérea francesa y profesor de Derecho Internacional, señala que el arma química "causa sufrimientos inútiles y desproporcionados con respecto a las ventajas militares que se esperan de ella". En una guerra hay siempre víctimas, pero "el objetivo es actuar de manera que la gente muera sin sufrimientos injustificados". "Cuando las personas agonizan lentamente se crea el terror y se deja de respetar una cierta idea del fin de la vida humana", dice. "Por lo demás, todas las armas prohibidas son las que producen sufrimientos inútiles, como las minas antipersonas o las bombas de racimo", señala Goffi.
Marco jurídico
La prohibición de las armas químicas no data de ayer. "El Derecho Romano estipulaba ya que no se debe hacer la guerra con armas envenenadas", recuerda Olivier Lepick. En el siglo XIX, las Convenciones de Bruselas (1874) y de La Haya (1899) prohibían el empleo de armas envenenadas y de proyectiles cargados con gas tóxico.
Pero la "primera guerra química moderna" fue la Primera Guerra Mundial, señala el experto. En abril de 1915, cerca Ypres (Bélgica), el Ejército alemán lanzó a las líneas enemigas una nube de gas clorado que causó la muerte de 15.000 soldados. "La primera utilización por los alemanes en el frente fue percibida inmediatamente como un crimen de guerra, tanto más cuanto el gas no provoca ni sangrado ni apertura del cuerpo, como los obuses o las balas", indica la historiadora Annette Becker, especialista de la guerra de 1914-1918.
La indignación no impidió que los aliados recurrieran a su vez a ese tipo de armas y el célebre "gas mostaza" (iperita) dejó huellas profundas en la conciencia colectiva. "Muchos franceses oyeron hablar en sus familias de un abuelo gaseado en Verdún que murió o tuvo secuelas", acota Lepick. "Los gases han sido considerados como uno de los grandes causantes de muerte en la Primera Guerra Mundial, aunque (sólo) mataron a varias decenas de miles de muertos, frente a los millones de soldados muertos bajo las balas y las bombas", recalca Becker. "Después de la guerra, una de las pasiones del Derecho Humanitario fue hacer desaparecer los gases", agrega.
Esos esfuerzos desembocaron en el Protocolo de Ginebra de 1925, que prohibió el uso de armas químicas y biológicas, pero no su fabricación. Hubo que esperar a los años ochenta del siglo pasado y la utilización de armas químicas por parte de Irak contra Irán para lograr la firma de la Convención de París (1993) y la prohibición total de la preparación, fabricación, almacenamiento y utilización de armas químicas. Siria es uno de los escasos países que no ha firmado esa convención, así como Corea del Norte.
Pero más que el Derecho Internacional, es el argumento moral y el temor de un efecto dominó lo que argumenta hoy Estados Unidos. "¿Qué mensaje se envía al mundo si un Gobierno puede recurrir impunemente a las armas más abominables, las armas químicas, contra su propio pueblo?", declaró el martes una alta autoridad norteamericana. No obstante, esa "línea roja" del presidente estadounidense, Barack Obama, "equivale a decir que se puede matar sin temor con armas convencionales. Tanto desde un punto de vista moral como diplomático, es una actitud inaceptable", considera Lepick.