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Griñán se inmola para salvar a Susana Díaz de la quema de los ERE
El presidente de la Junta presenta su dimisión para facilitar el relevo generacional en su partido y evitar «la erosión» por el caso de corrupción al futuro Gobierno
Actualizado: GuardarEn algún momento de su secuencia de despedida como presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán decidió sacrificarse y poner el foco sobre su relación con el caso de los ERE fraudulentos. Quizá fue después de que acudiera a Ferraz a comunicarle a Rubalcaba su inminente dimisión, en vísperas de que declarara ante la jueza Alaya el exinterventor general. Hasta ese momento había rechazado cualquier vínculo entre su salida y el caso de corrupción, del que no se siente en absoluto responsable. Pero sabía que estaba en el punto de mira de quienes, dijo ayer, «hacen un uso político» del sumario y que la última imputación masiva de Alaya a Magdalena Alvarez, su antecesora como consejera de Economía, y buena parte de su equipo, cerraba el círculo en torno a su gestión. Así, Griñán salió a tomar la patata caliente, aún a riesgo de quemarse, y dio a su marcha un sentido nuevo. Me voy, vino a decir ayer tras presentar su dimisión, primero porque es necesario «un cambio en la política andaluza, un cambio generacional, que genere impulso y sintonice mejor con la sociedad» de hoy. Segundo, para «preservar a la Presidencia de la Junta de Andalucía de la erosión que sin duda se ha venido produciendo en estos últimos meses al monopolizar de forma injusta, en mi opinión, con el presidente de la Junta de Andalucía en el caso de los ERE».
Pese a esto, Griñán insistió en su absoluta inocencia en el caso, aseguró que no se le puede imputar ningún delito y confió en que el tiempo «reparador» pondrá las cosas en su sitio. Desde su partido se puso en marcha enseguida una campaña en las redes sociales para darle las gracias por el gesto «de generosidad».
Dolor personal y familiar
El dirigente socialista, en línea con su entrevista del pasado fin de semana a los periódicos regionales de Vocento, admitió el daño personal que le ha causado el caso, «quien me conoce sabe cómo soy, cómo vivo y como he vivido en estos 43 años de servicio público». Admitió el dolor personal y familiar, «no tengo mandíbula de hierro», pero «sobre todas las cosas me duele el daño a la Junta de Andalucía y por eso hoy doy un paso atrás con el que pretendo favorecer que este asunto deje de entorpecer la política cotidiana».
Griñán entregó sus declaraciones de bienes y de la renta de 2009 y 2012, año en que llegó a la Presidencia de la Junta y la última antes de su marcha, para demostrar que no ha incrementado su patrimonio ni ha tenido ingresos ocultos, aunque estos documentos ya están en la web de la Junta. A su juicio, el nuevo Gobierno tiene que centrarse en la lucha contra el paro y la defensa de los derechos sociales y no debe verse entorpecido con este debate.
No obstante, el presidente aclaró que no asume la responsabilidad política del caso de los ERE: «Asumo la responsabilidad del cambio generacional y la de facilitar que el debate se centre en la lucha contra la crisis y preservar los derechos sociales», dijo. También rechazó que su marcha al Senado busque mantener el aforamiento ante una posible imputación de la jueza Alaya. En su opinión, el presidente federal del PSOE, cargo que también ostenta, debe tener un espacio parlamentario.
Respecto a su otro puesto, el de secretario general del PSOE-A, no desveló sus planes. La convocatoria de un congreso extraordinario quizá en enero, para dejarle el puesto a Susana Díaz y evitar la temida bicefalia, está en la mente de todos.
Griñán se declaró comprometido con el éxito de la conferencia política que el PSOE llevará a cabo en otoño y anunció que Andalucía llevará una propuesta para limitar el mandato del presidente del Gobierno y los presidentes autonómicos en un futuro, una cuestión que esgrimió como primer argumento de su anuncio de salida.
Pero más allá del indudable interés de esta confesa causa de dimisión, la salida de Griñán viene a culminar la renovación que el Partido Socialista andaluz ya detectó en el congreso de 2008, cuando Chaves fue reelegido a pesar de haber intentado dar un paso atrás y ceder el puesto, ante la caída que se detectaba en las encuestas y el desgaste tras 18 años en el cargo. La solución que se implantó un año después, la salida del entonces presidente de la Junta hacia una vicepresidencia con Zapatero, dejó a Griñán, un hombre de su misma generación, con la responsabilidad de buscar el relevo.
La elección de Susana Díaz, tras unas primarias que no llegaron a celebrarse porque obtuvo el aval de la mitad de la militancia, supone el fin de una generación política, la de la transición, cuyos logros valoró ayer Griñán pero que consideró incapaz de protagonizar el cambio que ahora necesita la sociedad española.
La futura presidenta, que cumplirá 39 años en octubre, supone, dijo, «un cambio generacional y un cambio de género». «Será una presidenta nacida en los 70, representativa de la mayoría social que hoy en Andalucía dirige empresas, asociaciones, hospitales» y la primera mujer en el cargo.
Griñán valoró la estabilidad de gobierno por la solidez de la coalición con IU, con un agradecimiento explícito al vicepresidente Valderas, y aseguró que su partido «está unido y motivado en torno al cambio que estamos realizando». El presidente y el Gobierno estarán en funciones hasta el día 7, cuando Díaz tome posesión.