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Visto para sentencia el culebrón de Bo Xilai

La fiscalía pide una condena ejemplar para el exdirigente chino, que se defiende con un poliedro amoroso surrealista

ZIGOR ALDAMA
CHANGSHA.Actualizado:

Bo Xilai se guardaba un as en la manga. Tenía preparada para terminar la sorprendente narración que ha ido desarrollándose en los cinco días que ha durado el juicio contra él: según aseguró ayer el exsecretario general del Partido Comunista de China en la ciudad de Chongqing antes de que el juez declarase el caso visto para sentencia, la razón por la que Wang Lijun sacó a la luz su caso y ha testificado en su contra reside en el hecho de que «estaba secretamente enamorado» de su mujer, Gu Kailai.

Bo dibujó así un complejo poliedro amoroso con el que pretende explicar por qué Wang, a quien había tildado de «vil» y «embustero», huyó al Consulado de Estados Unidos en Chengdu e hizo público el culebrón político más apasionante de China desde que en 1981, al final de la Revolución Cultural, cayó la Banda de los Cuatro liderada por la mujer de Mao Tsetung. En resumen, Bo ratificó ayer que es inocente de los delitos de los que se le acusa: soborno, corrupción, y abuso de poder.

Pero el fiscal no le cree y pidió al juez que dicte una condena ejemplar. «Ha cometido crímenes muy graves y no ha aceptado su culpa. Merece un castigo severo según lo estipulado en la ley», aseguró el letrado ayer según la transcripción ofrecida por el tribunal de Jinan que juzga a Bo, y cuya información ha ido reduciéndose según pasaban los días. Una vez más, el exsecretario general del PCCh, que aseguró haber confesado en un primer momento bajo «presión impropia» y «para mantener la vida política», ha reducido su culpa a no haber tomado cartas en los diferentes asuntos turbios que le rodeaban.

«Soy un hombre imperfecto», dijo Bo en su declaración final. «Soy muy subjetivo y tengo mal genio. He cometido errores serios, entre ellos no haber controlado correctamente a mis familiares y subordinados. Pido perdón por ello al Partido y al pueblo». Bo podría ser sentenciado a la pena capital. Sin embargo, aunque no parece que haya dudas sobre su condena -Wang Lijun cumple 15 años y Gu Kailai estará de por vida entre rejas-, parece que mantendrá la cabeza sobre los hombros.

No existen pruebas concluyentes y el juicio tiene un gran cariz político. Además, si algo ha quedado claro, es que Bo no es peor que otros muchos dirigentes chinos. Y uno de los puntos más interesantes del proceso, que ha sorprendido por su transparencia.

Poder, corrupción, asesinato, amantes, celos, y hasta una mansión en Francia. Sin duda, la realidad ha superado una vez más a la ficción. Ahora, habrá que esperar al veredicto. Uno de los jueces con mejor reputación será quien dicte si Bo aceptó casi 2,5 millones de euros en sobornos de diferentes empresarios, si malversó otros cinco millones (625.000 euros) destinados a un edificio gubernamental -que acabaron en una cuenta de su mujer-, y si encubrió la muerte del chantajista Heywood a manos de Gu, quien decidió deshacerse del empresario británico para evitar que la compra del chalet en la costa francesa -que adquirió para alejarse de Bo y de su adulterio- saliese a la luz.