la última

ANGELITO

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Cuando Fernando Orgambides pidió que participara en la presentación de su libro me llenó de gozo pues la vanidad existe. Luego comprendí que ese privilegio representaba además el compromiso de leer, releer y diseccionar los veinticinco relatos que componen la segunda entrega de la trilogía Memoria Transitada. Ese placer sí que es un regalo, el de disfrutar tanta belleza entendida al modo platónico como esplendor de la verdad. Fernando se maneja en el relato corto con la maestría de los grandes de un género entre la poesía y la narrativa al modo de: Borges, Roald Dhal o Guy de Maupasant. Con el valor añadido que le confiere su experiencia de destacado periodista conocedor de todos los rincones del planeta, desde La Habana hasta Estambul pasando por Manila y Dakar. Así lo expliqué durante mi atolondrada intervención en el acto que tuvo lugar en Sanlúcar el pasado 14 de agosto.

Si tuviera que elegir uno de los relatos de Fernando me quedo con Moshé Blum, nombre de guerra del Almirante español Miguel Buiza Fernández-Palacios cuando comanda los buques mercantes repletos de judíos con destino a Palestina un año antes de la proclamación del estado de Israel en 1948, burlando el cerco de los británicos que colonizaban la Tierra Prometida, epopeya que relata Otto Preminger en su película Éxodo protagonizada por Paul Newman en 1960. El sevillano Miguel Buiza procedía de familia de clase alta como era normal entre quienes accedían al Cuerpo General de la Armada en tiempos de Alfonso XIII. Capitán de Corbeta cuando se produce el pronunciamiento militar de 1936, permanece leal al gobierno y en septiembre es nombrado Almirante jefe de la Marina. Perdida la guerra conduce la flota a Túnez donde por temor a que Franco la bombardeara se entrega a la República Francesa, ingresando en su Legión Extranjera con el grado de capitán. Murió en Marsella en 1963. Hugh Thomas en Historia de la Guerra Civil Española (1976) destaca su pundonor profesional de marino y su valentía. Francia le concedió la Gran Cruz de Guerra.

Una historia que recuerda la de otros tantos militares españoles que tras perder nuestra guerra desempeñan un relevante papel bajo otras banderas. Como la de Angelito, que así se conocía en Cuba a ese pequeño gran hombre que fue el General Francisco Ciutat. Teniente de infantería antes del 36, llega a Teniente Coronel poco antes del final de la contienda. Exilado en Moscú, estudió y luego enseñó en la Academia Militar Voroshilov. General del ejército de la URSS, comanda con éxito la defensa de la isla de Cuba durante la invasión de Bahía Cochinos. En Vietnam descubre que los aviones americanos utilizan sensores de urea para localizar y aniquilar a las patrullas guerrilleras en la selva, lo cual permite colocar bolsas de ese líquido como trampa para los cazas USA consiguiendo destruir buena parte de la flota, hecho decisivo en el desenlace del conflicto. Angelito regresa a España en 1977 pero aquejado de una grave enfermedad se traslada a Cuba donde fallece. Buiza y Ciutat son parte de nuestra historia desparramada por el mundo. No está de más que el libro de Orgambides y este modesto artículo la recuerde.