![](/cadiz/prensa/noticias/201308/26/fotos/7140229.jpg)
El-Asad cede y da luz verde a la ONU
Los observadores entrarán hoy en la zona del ataque químico, «demasiado tarde» para EE UU
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarDos días le costó a la enviada de la ONU Angela Kane convencer al Gobierno sirio de que va en su beneficio ordenar un alto el fuego y autorizar la entrada de los inspectores de la ONU a la zona de Ghuta, donde se produjo en la madrugada del miércoles lo que puede ser el peor ataque químico de la historia desde Sadam Hussein. Para cuando lleguen hoy habrán pasado más de cinco días desde el ataque del que ambas partes se acusan mutuamente. Algo que, a juicio de EE UU, compromete su trabajo y acrecienta las sospechas de que el Gobierno sirio está detrás.
Washington considera que la voluntad de cooperación del Ejecutivo de Bashar el-Asad «llega demasiado tarde como para ser creíble», porque a estas alturas muchos de los cadáveres han sido enterrados y han desaparecido parte de las evidencias necesarias para la investigación. «Si el Gobierno sirio no tuviera nada que esconder y hubiera querido probar al mundo que no ha usado armas químicas en este incidente, habría cesado sus ataques en el lugar y garantizado un acceso inmediato a la ONU hace cinco días», dijo un alto funcionario del Ejecutivo estadounidense, que emitió un cuidadoso comunicado a condición de que no se le citara por su nombre.
Alojados en un hotel de cinco estrellas a solo diez o quince minutos de la zona contaminada, la incapacidad de los veinte inspectores de la ONU, que llegaron el lunes de la semana pasada para investigar la escena de otro ataque químico menor ocurrido en marzo, ha dejado patente que la organización es un gigante con pies de barro. No solo porque necesita permiso del Gobierno involucrado para cualquier paso que dé, sino porque el derecho a veto que tienen cinco miembros con asiento permanente en el Consejo de Seguridad hace impensable que éste autorice una intervención en Siria. Dos de ellos, Rusia y China, los sospechosos habituales, reiteraron ayer su oposición a cualquier intento de castigar militarmente al régimen de El-Asad por el ataque.
«Pocas dudas»
El portavoz del ministerio ruso de Relaciones Exteriores, Alexander Lukashevich, ya advirtió en un comunicado que sería «un trágico error». Todavía más amenazante resultó el ministro de Información sirio Omran Zoabi, que haciéndose eco del redoble de tambores advirtió de que una intervención militar de EE UU «crearía una bola de fuego que encendería todo Oriente Próximo», advirtió. «No sería un picnic, crearía efectos secundarios muy graves». Barack Obama lo sabe, y por eso actúa con cautela, a pesar de la indignación internacional y la presión de la oposición republicana dentro de su país.
El presidente tiene en contra a la opinión pública, que después de dos guerras no parece tener apetito para otra, y al Pentágono, que no ve en los rebeldes sirios ninguna causa afín a los intereses de Estados Unidos. Con todo, el secretario de Defensa Chuck Hagel ha cumplido la orden de procurarle un plan con todas las opciones militares a su alcance, sobre las que Obama aún no ha tomado ninguna decisión.
A pesar de las duras críticas de la oposición conservadora, que acusa al mandatario de estar arruinando la credibilidad y el liderazgo estadounidense en el mundo, una encuesta de Reuters hecha pública ayer revela que sólo el 9% de los estadounidenses desea que su país intervenga militarmente en Siria, con el 60% en contra. Incluso de confirmarse el uso de armas químicas, el porcentaje de adeptos a la guerra sólo subiría hasta el 25%.
El Gobierno norteamericano dice tener «pocas dudas» de que El-Asad es el responsable del ataque que Médicos sin Fronteras achaca a un agente neurotóxico que no ha podido identificar. Según el informe de esta ONG, tres hospitales de los alrededores recibieron en tres horas 3.600 pacientes, de los que 355 fallecieron. El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, con sede en Londres, identifica entre ellos a 54 niños y 82 mujeres, aunque los rebeldes elevan el número de víctimas mortales a más de mil.
El secretario general de la ONU Ban Ki-moon ha dado órdenes a los inspectores que dirige el sueco Ake Sellstrom para que se concentren en investigar los hechos alrededor de Ghuta, aunque inicialmente su misión fuera otra. El mandato que les permitió la entrada en Siria era de dos semanas, de las que ya han consumido una. Según las condiciones, su papel se limitará a investigar el uso de armas químicas, pero no emitirán ninguna conclusión sobre quién lo hizo. Eso dejará a EE UU y al resto de la comunidad internacional en el mismo callejón sin salida en el que se encuentra ahora.