'Alfonsina y el mar': Mis recuerdos
DOCTOR EN INGENIERÍA DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS Actualizado: GuardarTras cinco continuas semanas hablándoles de historias, leyendas y personajes relacionados con el mar, me gustaría despedirme contándoles la historia de una canción: 'Alfonsina y el mar'. A unos -como a mí-, les traerá recuerdos; a otros -quizás la mayoría- les resultará nueva, aunque espero que no indiferente, cuando la escuchen por primera vez. 'Alfonsina y el mar' es una canción que marcó a toda una generación, allá por los años 70-80, y que continuó interpretándose por muchos autores posteriormente. Pienso que hoy prácticamente es desconocida entre las últimas generaciones. Su preciosa música y evocadora letra han dado lugar a más de cien versiones interpretadas por una gran variedad de artistas. Desde los dos primeros folkloristas argentinos que la dieron a conocer: Mercedes Sosa -su intérprete por excelencia- y su compositor, el pianista Ariel Ramírez; siguiendo con Los Charchaleros, Los Fronterizos, y muchos más, incluyendo a los conocidos cantantes de ópera: Alfredo Kraus, Plácido Domingo y Ainhoa Arteta, pasando por artistas actuales tan diversos como Miguel Bosé, Diego El Cigala, Andrés Calamaro, grupos como Los Sabandeños, y virtuosos de la guitarra como Eduardo Falú y Ernesto Bitetti. Todos ellos dejaron su impronta. Todos ellos hicieron propio su 'Alfonsina'.
La canción es un homenaje a la gran poetisa argentina Alfonsina Storni (1892-1938), con música del conocido compositor y pianista Ariel Ramírez, y letra del historiador y poeta Félix Luna, que quisieron inmortalizar la figura de esta escritora, de compleja personalidad. Gran defensora de los derechos de la mujer y muy adelantada a su tiempo, sin embargo no pudo sobreponerse a su enfermedad de cáncer. Se suicidó, internándose lentamente en el mar, después de haber enviado el día anterior al periódico su último poema, 'Voy a dormir'. Composición en la que se inspiraron los autores de la mítica canción de 'Alfonsina y el Mar', y que debo confesar que conocí mucho después, cuando encontré un libro suyo de poesía, y que dice así:
Dientes de flores, cofia de rocío,
Manos de hierbas, tú, nodriza fina,
Tenme prestas las sábanas terrosas
Y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
Una constelación; la que te guste;
Todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes.
Te acuna un pie celeste desde arriba
Y un pájaro te traza unos compases
para que olvides.Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido
Si sorprendente es el poema, por su enorme sensibilidad y el momento en que lo escribió, de gran belleza resulta también la transcripción poética que hizo de sus versos Félix Luna tras escuchar la música compuesta al piano por Ariel Ramírez. Su último verso de despedida que tanto hemos cantado, dice así:
Bájame la lámpara un poco más,
déjame que duerma, nodriza, en paz,
y si llama él no le digas que estoy,
dile que Alfonsina no vuelve más,
y si llama él no le digas nunca que estoy,
di que me he ido.
Muchos son los recuerdos que me trae esta canción, ya patrimonio de mi juventud. Mi primer recuerdo, inolvidable, lo viví en el entrañable Colegio Mayor San Juan Evangelista de Madrid, del que fui colegial. Allí, ya mucho después de mi época de estudiante, actuó Mercedes Sosa, con su extraordinario guitarrista. En el salón de actos no cabía un alma y el público acabó subiéndose al escenario y sentándose alrededor de ella. Como era de esperar, su última canción fue 'Alfonsina y el Mar', en un silencio sobrecogedor entre tanta gente joven. No olvidaré, porque yo también me encontraba allí, muy cerca, las lágrimas que le iban brotando a una madre que había llevado a su hija a escuchar a la artista. En otra ocasión fui al Teatro Real a un concierto de guitarra de música barroca del conocido maestro Ernesto Bitetti, que como regalo, fuera del programa, nos deleitó con su versión de 'Alfonsina', algo que según me dijeron hace siempre allá donde va. La segunda y última vez que vi a Mercedes Sosa actuar fue en Buenos Aires en diciembre de 1986, en donde me encontraba por motivos de trabajo. Fue un concierto memorable, abarrotado de gente joven, algo que me sorprendió gratamente.
El último concierto en que escuché esa canción se desarrolló en un escenario singular, irrepetible, en medio del mar: ¡en el islote de Salmedina!, a unas dos millas del faro de Chipiona, y en donde la tradición habla de una torre famosa (Caepionis Turris), levantada para que sirviera de orientación a los navegantes que se atrevían a pasar la temible barra de la desembocadura del Guadalquivir, y también para señalar su peligroso arrecife, cubierto completamente en pleamar. Fue en el verano de 2004, dentro de la semana de 'Exaltación de la Música Clásica', y el concierto lo daba este segundo año la Coral Universitaria de la Universidad de Cádiz, que tuvo que desembarcar en zodiacs hasta llegar a tan sorprendente escenario rocoso. El programa lo componía una serie de obras clásicas, y su director nos regaló, como cierre del programa, la canción compuesta en recuerdo de la poetisa argentina. Todo un lujo para los que desde los barcos fondeados escuchábamos el concierto, en un ambiente mágico y en un escenario improvisado, que parecía especialmente diseñado para el reestreno de tan emocionante composición. La bajada del telón fue una lenta puesta de sol, hasta que éste, en un instante, desapareció en el horizonte, dejando que la superficie del mar océano se impregnara de color rojizo.
Con este sencillo artículo me gustaría dar a conocer a la gente joven esta maravillosa canción que ha perdurado hasta nuestros días. Para que la escuchen y saboreen su música y su letra, que aunque triste, nos deja un halo de esperanza. Porque 'Alfonsina y el Mar' continúa, como la vida, y sus actores principales no han muerto para nosotros. Simplemente se fueron de gira.