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Un grupo de periodistas siguen la declaraicón de la esposa de Bo Xilai. :: CARLOS BARRIA / REUTERS
MUNDO

La mansión que puso en jaque a China

El segundo día del juicio a Bo Xilai deja al descubierto las razones por las que fue asesinado Neil Heywood y comenzó el escándalo político

ZIGOR ALDAMA
ZHANGJIAJIE.Actualizado:

El secreto del mayor escándalo político de China está en una mansión en Cannes. Concretamente, en la villa Fontaine Saint-Georges. Es la que Gu Kailai compró a finales del año 2000 con el dinero que le había dado, de forma ilegal, el empresario Xu Ming. Para evitar que este caso de corrupción manchase la imagen de su marido, Bo Xilai -ex secretario general del Partido Comunista en Chongqing y líder político en alza hasta su estrepitosa caída del año pasado-, Gu decidió dividir la propiedad en dos partes y ponerlas a nombre de un par de extranjeros en quienes confió para que alquilasen el chalet y le enviasen los beneficios. Uno de ellos era el empresario británico Neil Heywood, cuyo asesinato en noviembre de 2011 destapó la trama de sobornos de la que ayer Bo se defendió con uñas y dientes en el segundo día del juicio que se celebra contra él en la ciudad de Jinan.

Según el propio testimonio de Gu, que apareció ayer como testigo a través de un vídeo, Bo estaba enterado de la existencia de la mansión francesa, y también del chantaje al que la sometió Heywood. Al parecer, la esposa del político no estaba satisfecha con el dinero que le llegaba por el alquiler, y en 2011 decidió cesar a los dos hombres que administraban la propiedad. Pero Heywood exigió 1,4 millones de libras esterlinas (1,63 millones de euros) en compensación por el 50% de la propiedad que, aunque no le pertenecía, sí que estaba a su nombre. Y amenazó con hacer público quién era, realmente, el titular de la mansión. Es más, Gu pensó que Heywood podría incluso poner en peligro la seguridad del hijo de la pareja, Bo Guagua.

«Neil Heywood quería hacer daño a Guagua en América -el joven de 25 años estudia actualmente en Harvard-. Un día, en la segunda mitad de 2011, estábamos hablando con Guagua por videoconferencia y nos dijo que Heywood le estaba amenazando. La imagen se cortó y yo me quedé muy preocupada», dijo Gu en el vídeo. «Creímos que había sido secuestrado». Y eso hizo que los Bo decidiesen deshacerse del británico, al que finalmente mataron con veneno. Bo Xilai se encargó de eliminar las pruebas y, según su esposa, «sabía todo lo que pasaba», razón por la que se le acusa de abuso de poder. Wang Lijun, el jefe de la Policía de Chongqing, fue quien, temeroso por su vida, sacó a la luz el caso en su huida de película al consulado de Estados Unidos en Chengdu, y su testimonio incriminatorio también fue escuchado ayer.

A pesar de la profusión de datos, el ex dirigente del Partido Comunista volvió a mostrarse desafiante y no reconoció los delitos que se le imputan. De hecho, dijo poco menos que su mujer está loca. «Gu Kailai ha cambiado. Está enferma. Muchas veces miente», aseguró, según las transcripciones del juicio. «En estas circunstancias, los investigadores ejercieron una presión insoportable sobre ella para involucrarme y conseguir así reducir su sentencia», denunció Bo.

Una farsa

Otros consideran que la confesión de Gu es fruto de un acuerdo al que ha llegado con las autoridades para no involucrar en el caso a Bo Guagua. En cualquier caso, la defensa de Bo pidió al juez, uno de los que gozan de mejor reputación en China, que no tenga en cuenta los documentos que acreditan la versión de Gu y del empresario Xu -que también pagó viajes y matrículas escolares de Guagua- porque son meras fotocopias cuya veracidad no ha sido comprobada.

Con tantos nuevos detalles, el juicio no pudo concluir ayer, como había vaticinado la prensa del gigante asiático, y continuará hoy para analizar las pruebas existentes sobre la presunta malversación de fondos públicos. Muchos analistas consideran que todo el proceso es una mera farsa, y que incluso la actitud desafiante de Bo estaba preparada de antemano. Pero lo cierto es que ha sorprendido la transparencia con la que se están desarrollando las sesiones, cuyo contenido se va haciendo público en tiempo real a través de la red social Weibo antes de que las transcripciones se pongan en manos de la prensa al final de cada día.

Bo Xilai se enfrenta a la pena de muerte si es considerado culpable de todos los delitos de los que se le acusa, pero nadie pasa por alto que su ejecución podría desatar una guerra interna en el Partido Comunista, donde todavía cuenta con importantes apoyos. Al fin y al cabo, como ha dejado en evidencia este caso, la mayoría de los políti cos chinos son corruptos, y Bo, a diferencia de muchos otros y como apuntan sus seguidores, consiguió hacer de la megalópolis que dirigió un lugar más próspero.