Restaurante en Ámsterdam hecho con materiales reciclados en un edificio industrial. / Favelous
Experiencias culinarias

Cenas en lugares insólitos

Los restaurantes 'pop up' son una forma diferente de disfrutar de una velada fugaz y con fecha de caducidad

MADRID Actualizado: Guardar
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Cannes, Londres, Río de Janeiro o Berlín son solo algunas de las ciudades en las que es posible cenar en un jardín abandonado, una estación de tren, un autobús o un almacén. Cualquier lugar puede ser el elegido para instalar un restaurante pop up, experiencias culinarias únicas, limitadas e itinerarias, que no cuentan con una localización fija y una fecha concreta. Y es ahí donde se encuentra la peculiaridad y el misterio, por que en algunos casos el lugar y el menú se mantienen en secreto hasta último momento. Este tipo de restaurantes permiten que espacios abandonados se conviertan por unas horas en lugares donde poder pasar un buen rato en compañía de amigos o familia, y a unos precios muy bajos. Los menús son ofrecidos directamente por el cocinero a un reducido número de comensales, y para darse a conocer qué mejor que las redes sociales, donde la posibilidad de captar nuevo clientes es mucho más fácil.

El pionero en la cultura pop up fue la moda a quien le siguió la cultura, la arquitectura, y ahora la gastronomía. Su origen se encuentra en Nueva York y Londres, donde hace siete años nuevos diseñadores y chefs buscaban una manera de darse a conocer ahorrándose los costes fijos del alquiler del local, y así lograr expandir sus creaciones a otros países. El maestro de ceremonias fue Nuno Mendes, pupilo de Ferrán Adriá en el Bulli, que durante tres años capitaneo el exitoso proyecto ‘The Loft Project’. El portugués celebraba cenas en el patio o en el salón de su casa junto a cocineros jóvenes que aprovechaban la oportunidad para experimentar y darse a conocer.

Los escondites secretos de la línea de metro East End en Londres han sido también utilizados como escenarios para cenas que no dejan indiferente a nadie. Las fundadoras de ‘Gingerline’ recrean un ambiente especial en el que al mismo tiempo que se degustan comidas elaboradas por chefs con estrella Micheline, es posible comprar obras de arte de creadas por artistas contemporáneos. Pero si hay un restaurante pop up por excelencia ese es ‘The Cube’. Ofrece lo que denominan una vivencia gastronómica solo para 18 comensales. Lleva viajando por toda la geografía europea tres años. Primero estuvo en Bruselas, después Milán, Londres, Estocolmo y Moscú. En cada ciudad, el menú se elabora con ingredientes locales y preparado por distintos chef.

Madrid y Barcelona

La moda de los restaurantes efímeros también ha llegado a España. Todavía no están tan extendidos, pero ciudades como Madrid o Barcelona han abierto sus puertas a experimentados y jóvenes promesas de los fogones para que den rienda suelta a su trabajo. Menudavida Organic Food, una empresa de restauración ecológica, son los promotores del restaurante temporal ‘Hypothetic Organic Restaurant’. Organizan cenas clandestinas en Madrid cuya dirección y condiciones se desvelan a última hora, después de hacer la reserva a través de un email. Y en la ciudad condal, el Titanic hizo una visita de 48 horas para celebrar el día de San Valentín. Así mismo, durante el mes de marzo We Pop transformó el salón de belleza The Secret Room en un especio único y especial, en el que un DJ tocaba mientras los clientes degustaban carne a la barbacoa, guacamole y cócteles.

No existen unas páginas amarillas donde buscar el número de teléfono o la dirección, ya que la mayoría son itinerantes y los comensales conocen la hora de la cena minutos antes de llevarse acabo. Pero lo cierto es que una decoración especial con velas, farolillos o árboles, y los ricos platos sorprenderán a todo aquel que se apunte. Además esta nueva corriente no solo se centra en la comida, también en la posibilidad de conocer a nueva gente. ¡Bon a petit!