Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Dos niños afectados por el supuesto ataque con armas químicas en Ghuta reciben asistencia respiratoria. :: REUTERS
MUNDO

La ONU sigue bloqueada en su intento por esclarecer el uso de gas sarín en Siria

Ban Ki-moon pide a El-Asad que permita «cuanto antes» que los inspectores de la organización en el país investiguen los ataques

MERCEDES GALLEGO
NUEVA YORK.Actualizado:

Cuatro años tardó la comunidad internacional en verificar el ataque químico de Sadam Hussein contra los kurdos. Cuatro meses tardó la ONU en negociar el acceso de sus inspectores a la localidad siria de Khan al-Assal, donde en marzo pasado murieron 26 personas. Y cuatro días tardará en llegar a Siria la subsecretaria de la ONU Angela Kane, a la que Ban Ki-moon despachó ayer para negociar el acceso de los inspectores a Ghuta, la localidad donde los rebeldes sirios denuncian que el miércoles se cometió el peor ataque químico de esta guerra, y puede que de la historia.

Cientos de vídeos difundidos por la oposición muestran los cadáveres de niños sin aparente herida de bala con restos de espuma en la boca. La estimación inicial es de 1.300 muertos, apenas dos días después del ataque. El de Sadam Hussein en Halabja dejó entre 3.200 y 5.000, la mayoría fallecidos en los años posteriores por complicaciones y defectos genéticos. Entonces el líder iraquí apoyado por EE UU culpó de ello a Irán. Ahora el líder sirio culpa a los propios rebeldes, a los que acusa de haber orquestado el ataque contra su propia gente para forzar una intrevención de la comunidad internacional. Unos 35 países pedían ayer una respuesta contundente, pero entre ellos no estaba Rusia. El más fiel aliado de Siria en la ONU incluso acusa «a los terroristas» de haber disparado «en la madrugada del 21 de agosto un misil casero con una sustancia venenosa sin identificar desde una posición ocupada por los insurgentes, similar al que usaron el 19 de marzo en Khan al-Assal», dijo el ministro de Asuntos Exteriores ruso Aleksandr Lukashevich.

Según la BBC, fue este país, junto con China, el que impidió que el miércoles, durante la reunión de urgencia que celebró el Consejo de Seguridad de la ONU, se acordase un comunicado verbal más duro del que leyó la presidencia argentina en turno. «Puedo decir que hay una fuerte preocupación entre los miembros del Consejo por las acusaciones vertidas, así como la sensación de que debe haber claridad sobre lo ocurrido y de que la situación debe seguirse con cuidado», se limitó a decir la embajadora Maria Cristina Perceval, en los poco más de dos minutos que compareció ante los micrófonos, sin aceptar preguntas. «Todos los miembros del Consejo están de acuerdo en que el uso de armas químicas por cualquiera de las partes constituye una violación de la legislación internacional. Los miembros del Consejo de Seguridad también le dan la bienvenida a la iniciativa del secretario general de llevar a cabo una pronta investigación a fondo e imparcial».

Encerrados en el hotel

La oficina de Ban se apresuró a decir que su organización está lista para llevar a cabo la investigación. De hecho, el grupo de 20 inspectores que lidera el científico sueco Ake Sellstrom se encuentra en Damasco desde el lunes, apenas a 20 kilómetros de donde se ha llevado a cabo el ataque. La ironía es que, a pesar de estar en contacto con el régimen desde los primeros momentos, los inspectores no han salido del hotel de cinco estrellas en el que se alojan. «Esperamos que el gobierno les dé acceso al área -hay un requisito de consentimiento en situaciones como estas- y también es necesario que la situación de seguridad les permita entrar», explicó Jan Eliasson, adjunto al secretario general para Siria. «La situación es muy dramática y la seguridad ahora mismo no permite tal acceso».

Es lo que tiene poner al lobo a cargo del corral. Inmediatamente después de que se produjeran los supuestos ataques químicos en Ghuta, el Gobierno sirio lanzó una fuerte ofensiva contra esa zona en la que los rebeldes se habían hecho fuertes. Con ello dificultaron el trasporte de los heridos a los hospitales cercanos y el acceso de los periodistas, además de tener una excusa para negar la entrada a los inspectores.

En la frustrante espera se van evaporando lentamente las pruebas del ataque y la credibilidad de la ONU en el mundo, ya muy vapuleada por los dos años que dura este conflicto, y los muchos otros en los que no ha sido capaz de mediar. Eliasson aseguró que Ban está «profundamente perturbado, de hecho, impactado» por las acusaciones, pero Siria seguía poniendo ayer trabas burocráticas a la pronta investigación que quiere hacer. «Naciones Unidas ha mandado una solicitud formal al Gobierno de Siria al respecto y esperamos recibir una respuesta positiva sin demoras», dijo ayer su portavoz.