Un vendedor pasa ante el lugar del atentado de Bhutto. :: F. E. / AFP
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Musharraf, imputado por el asesinato de Bhutto

ISLAMABAD. Actualizado: Guardar
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El expresidente paquistaní Pervez Musharraf fue acusado ayer formalmente de conspiración para asesinar a la ex primera ministra Benazir Bhutto, muerta en atentado en 2007. «Está acusado de homicidio, de complot criminal para cometer homicidio y de haber facilitado el asesinato» de Bhutto, dijo el fiscal Iftikhar Chaudhry al final de la audiencia en el Tribunal Antiterrorista de Rawalpindi. Allí acudió el propio Musharraf para oír junto a otros siete encausados los cargos, de los cuales se declaró no culpable antes de volver a su domicilio, donde permanece arrestado.

Benazir Bhutto fue primera ministra de Pakistán en dos periodos, de 1988 a 1990 y de 1993 a 1996. Se autoexilió en Dubai en 1998 y volvió a su país a finales de 2007 para participar en las elecciones legislativas. Sin embargo, a su llegada no tardó en recibir amenazas de muerte y solicitó mayor protección al régimen del presidente Musharraf. Murió el día 27 de diciembre de aquel mismo año cuando un terrorista suicida de 15 años hizo estallar una carga explosiva en un mitin que daba en Rawalpindi. Dos meses después, su viudo, Ali Zardari, ganó las elecciones.

Un informe de Naciones Unidas señaló en 2010 que el atentado podría haberse evitado y dijo que Bhutto no había recibido la protección adecuada por parte del Gobierno. Por su parte, el entonces presidente acusó a Baitullah Mehsud, jefe de los talibanes paquistaníes, el TTP, de organizar el atentado. El general Musharraf, que cumplió la semana pasada 70 años, consiguió eludir los procesos judiciales iniciados en su contra al exiliarse en 2009. Dejaba un país que había dirigido con mano firme después del golpe militar de 1999 y que se había convertido en aliado estratégico de Washington tras el 11-S.

Largo proceso

Hace unos meses volvió del exilio con la esperanza de recuperar el brillo pasado. Lo que halló fue una cascada de juicios en su contra y una orden de arresto domiciliario que cumple desde abril. La defensa de Musharraf aseguró no tener miedo «de este proceso», que considera «de carácter político». Esta inculpación «no solo es falsa, fabricada y ficticia, sino también un intento indigno de ensuciar el honor y la integridad» del expresidente, indicó su equipo de abogados. Además, acusaron a la Fiscalía y al tribunal de querer vengarse de Musharraf porque siendo jefe de Estado destituyó a Chaudhry y supuestamente ordenó el encarcelamiento de decenas de jueces.

El proceso continuará la semana que viene y se prevé muy largo y delicado, ya que pone a prueba la estabilidad institucional del país y la lealtad de los militares, hasta ahora respetuosos con la acción judicial contra su antiguo líder.