El Gobierno británico rechaza negociar con España una salida a la crisis de GibraltarEl PP denuncia la existencia de tráfico de armas y drogas
El Ejecutivo de Cameron insiste en que no existen dudas sobre la soberanía de las aguas en las que se vertieron los bloques de hormigón
MADRID.Actualizado:La exigencia al Reino Unido del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, para retirar los bloques de hormigón vertidos en la bahía de Algeciras como condición previa a cualquier negociación en torno a Gibraltar fue respondida con una rotunda negativa por Londres. El Gobierno británico rechazó cualquier contacto con España que vaya más allá de la pesca, conversaciones que, en todo caso, Londres defiende que deberán mantenerse con las autoridades gibraltareñas.
«La soberanía está clara en nuestras mentes», señaló ayer un portavoz del primer ministro, David Cameron. «Debería haber algún tipo de diálogo sobre la pesca pero este no será sobre quién es responsable de las aguas, ya que eso está claro», añadió el portavoz oficial.
En un artículo publicado en el diario estadounidense 'The Wall Street Journal', García-Margallo aseguró que «España está preparada para reiniciar el diálogo» para desbloquear la actual crisis en la frontera con el Peñón, donde ayer se reeditaron las colas de más de tres horas en el acceso y salida de la colonia a causa de los controles de las fuerzas de seguridad españolas.
El titular de Exteriores ofreció la creación de una mesa negociadora, en la que además de los representantes de Madrid y Londres, se sienten las autoridades de la Junta de Andalucía y de Gibraltar para «participar en los temas de su competencia». García-Margallo insistió también en que la aguas donde fueron lanzados los bloques de hormigón son de soberanía española. «Están fuera del istmo que conecta Gibraltar con España, que nunca fue cedido al Reino Unido mediante el Tratado de Utrech», aseguró.
Cameron, por su parte, mantiene la misma línea desde que asumió el cargo en 2010. El jefe del Ejecutivo británico ha reiterado desde entonces que no negociará la soberanía de la colonia sin el beneplácito de los gibraltareños, que en el último referéndum convocado en 2002 rechazaron la soberanía española por una abrumadora mayoría del 99%.
Misión de la UE
La Comisión Europea, entretanto, atendió las peticiones de Mariano Rajoy para que la misión de la UE que en principio debía analizar el conflicto en la aduana del Peñón extienda su investigación al contrabando de tabaco y blanqueo de dinero, cuyo responsabilidad España achaca a Gibraltar y a su flexible régimen fiscal. Igualmente, Bruselas se comprometió a estudiar el impacto medioambiental de los bloques de hormigón en la bahía de Algeciras. Los observadores comunitarios también examinarán los controles de Policía española en la verja y que desde el Reino Unido se consideran «desproporcionados» y motivados «por interés político».
En principio, está previsto que los observadores de la UE se desplacen a Gibraltar a mediados de septiembre, aunque un portavoz de la Comisión apuntó ayer que podrían adelantar el viaje con el fin de alcanzar en el menor tiempo posible una solución a la crisis.
Ayer, Gibraltar anunció la puesta en marcha de un servicio de recogida de quejas para todas las personas que se vean afectadas por las colas en la frontera, independientemente de su nacionalidad. El propósito de las autoridades de la colonia es hacer llegar estas protestas a las autoridades comunitarias y demostrar así el perjuicio que causan los controles a todos los ciudadanos.
El eurodiputado español y secretario general del PP europeo, Antonio López Istúriz, afirmó ayer que existen «tráfico de drogas y armamento que se sospecha tiene su origen o destino en Gibraltar». El dirigente popular justificó de esta forma los controles en torno a la verja, que, según sus palabras, tienen como objetivo acabar con estas actividades delictivas. Además, López Istúriz apoyó la posible implantación de una tasa de 50 euros en la entrada y salida de personas de la colonia, una medida, dijo, que se ha adoptado ya en varias ciudades europeas, entre ellas la propia Londres.