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Pie de cuba

JOSÉ MANUEL AGUILAR
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La provincia se pone a punto para la vendimia. Los productores vitivinícolas gaditanos, tanto del Marco de Jerez, como de las distintas poblaciones de la Bahía (El Puerto o Chiclana) y la Costa Noroeste (Sanlúcar, Trebujena, Rota y Chipiona), ya tienen sus primeras canastas repletas de uva palomino, que este año ofrece una calidad óptima. Comienza pues el pie de cuba, argot que se denomina a la recolección inicial de la uva para realizar la primera fermentación del mosto.

Las previsiones del sector confirman que el caldo de esta campaña será mejor que la del anterior. Concretamente, se espera un aumento de un 28% de la cosecha más que en 2012, y en parte se debe a que las plagas no han hecho tanto daño como hicieron el año pasado. Como en toda actividad agrícola, la climatología toma un papel fundamental a la hora de definir cómo será la cosecha, aunque ya se sabe que nunca llueve a gusto de todos. Por experiencia personal he percibido que, desde fuera, la imagen que se tiene de los agricultores no es buena. Dicen que siempre se están quejando de lo mal que les van las cosas, también que se cobran subvenciones europeas a fondo perdido, independientemente de la producción (aunque en el caso del vino no es así), etc... Quizás la animadversión hacia el sector es grande porque la situación económica actual es complicada, no sé, pero tengo esta sensación desde hace algún tiempo en conversaciones cotidianas con gente que no pertenece a este mundillo. Lo cierto es que la crianza de la uva, a diferencia de otras producciones, ha sufrido una catarsis en los últimos años, en buena parte debido a la variación de los precios y las ventas del producto, y también porque la política de la Junta de Andalucía en esta materia ha sido bastante irregular. Hace algo más de una década, cuando los precios eran óptimos, puso en marcha una campaña de replantación que provocó la consiguiente sobreproducción y caída en picado del precio. Más de una quinta parte de los viñedos quedaron abandonados a su suerte y muchos optaron por arrancar todo lo que tenían, dejando una profesión, una forma de vida, que habían heredado generación tras generación.

Ahora llega la cosecha, el momento más esperado del año para los que sobreviven. El sector necesita una estabilidad que no ha encontrado en las últimas décadas. Esperemos que comience una nueva etapa, pero sin olvidar los errores cometidos.