«Exorcizar es como pelar una cebolla; vas quitando capas»
La cartelera de cine se llena de exorcismos basados en hechos reales, pero ¿son realidad o ficción?
Actualizado: GuardarEl pasado mes de mayo, unas imágenes daban la vuelta al mundo. El Papa Francisco imponía las manos a un hombre postrado en una silla de ruedas en la Plaza de San Pedro. En el punto álgido de la grabación, se observa cómo el rostro del fiel se convulsiona y adopta gestos extraños. El sujeto en cuestión, un mexicano llamado Ángel, es según dicen un «endemoniado» y lo que el Santo Padre realizaba, afirman, un exorcismo. El Vaticano se apresuró a desmentirlo, pero el famoso exorcista Gabriele Amorth insiste en que la oración del Papa fue un exorcismo en toda regla y que el muchacho estaba poseído no por uno, sino por cuatro demonios.
Las posesiones demoníacas están de moda, o quizá nunca han dejado de estarlo. Las carteleras de cine recurren una y otra vez a un tema que da buen resultado en taquilla, más aún si se acompaña de un sugerente «basado en hechos reales», como la recién estrenada 'Exorcismo en Georgia'. Pero el límite entre realidad y ficción no queda claro. El cardenal Rouco Varela ha pedido ocho nuevos exorcistas para la archidiócesis de Madrid y la santería vive su mayor auge en España, con numerosos testimonios que refieren a misas negras, amarres satánicos y restos de animales diseminados por los parques.
El escritor José María Zavala (Madrid, 1962), autor de 'Así se vence al demonio' y experto en estos lares, lo tiene claro. «Ya lo decía Charles Baudelaire, la mejor artimaña del demonio es hacernos creer que no existe», afirma. Llega pertrechado por un rosario de medallas al cuello con imágenes de vírgenes varias y San Miguel Árcangel, patrono de los exorcistas. En el bolsillo guarda otro tesoro, agua «exorcizada». «No es agua bendita, sino bendecida por el antiguo ritual de Pablo V de 1614». La fórmula lleva además aceite y sal. «Óleo, como el que antes se usaba para bautizar a los niños y sal exorcizada», explica la representante de Zavala, Paloma, que se protege igualmente con varias medallas al cuello y, ya en casa, con montones de sal bendecida para mantener siempre a raya al demonio, incluso cuando fríe los filetes.
No se lo toman a broma. A Zavala, un intelectual escéptico que se reía de la manía de llevar estampitas, le hizo cambiar de opinión algo que sucedió en su vida, una «conversión tumbativa» que prefiere guardar en la intimidad. «Soy una persona distinta», afirma. Pasó de tener pánico al demonio a tenerle un respeto reverencial, aunque conserva amigos que se ríen del tema e incluso acuden a exorcismos como si fuera un espectáculo circense. «No quería ni oír hablar del demonio, era un tema tabú, pero como católico me vi obligado a escribir un libro que fuera un instrumento para los demás», relata. En él recoge entrevistas con cinco grandes exorcistas -entre ellos Amorth- y testimonios de gente que ha sufrido en sus carnes «las acometidas del maligno».
Ángeles caídos
Pero, ¿qué o quién es el demonio? Zavala explica que son ángeles caídos. «Se calcula que alrededor de un tercio de los ángeles se revelaron contra Dios frente a los dos tercios restantes, que estaban acaudillados por el que es patrono de los exorcistas, San Miguel Arcángel, al grito de 'Quién como Dios'», relata. De ahí que no haya un único demonio, si no varios -«Satanás, Lucifer, Amodeo y muchos otros»-. Y explica de manera gráfica el proceso de expulsar a un demonio. «Exorcizar a una persona es como pelar una cebolla; vas quitando capas hasta llegar al núcleo donde está el demonio con más poder, Satanás o Lucifer», concreta. «Siempre están ahí y son los que cuesta más trabajo expulsar». Según explica, el padre Salvador -otro famoso exorcizador- utiliza blocajes magnéticos para inmovilizar a las «víctimas del diablo». «Son los mismos que usan las clínicas psiquiátricas y los endemoniados los neutralizan en segundos, porque tienen una fuerza sobrehumana».
El libro de Zavala recoge temas recurrentes en el acervo cinematográfico, como endemoniados que hablan en lenguas muertas, levitan y profieren blasfemias. «Ahí está la 'fórmula del nueve' para distinguir una posesión diabólica de un caso de enfermedad mental; la aversión a lo sagrado», afirma. «Recuerdo un caso espeluznante de un bebé de 20 meses poseído por Satanás y a quien sus padres veían levitar de la cuna al suelo para jugar con un compañero imaginario». Según relata, los padres visitaron a varios médicos hasta dar con el padre Salvador. «El bebé se abalanzó a por su estola para romperla con una furia tremenda. ¿Por qué? Porque el padre tiene cosidos dos trozos de la sotana del beato Juan Pablo II en el interior. No son visibles, pero el niño lo sabía porque tenía el demonio dentro».
En su opinión, «siempre que hay una disputa o enfrentamiento está detrás el demonio». Y destaca que la crisis aumenta los casos de afectación diabólica. «Impera un materialismo atroz y, en lugar de amarrarse a Dios, acuden a la brujería que prolifera como champiñones por España. Y no es una broma», avisa. «Antes tenía pánico pero ahora estoy absolutamente pertrechado porque esto no sale gratis, sufrí muchos ataques mientras escribía y todas las noches era levantado a las tres de la madrugada, la hora antinona. El demonio no es un mito ni un cuento chino; quien no tenga fe, que la pida».