De los trabajadores rurales de la década de los 60 a los jóvenes formados del siglo XXI
MADRID.Actualizado:Entre 1961 y 1973 España vivió el mayor éxodo de su historia. Cerca de dos millones de personas emigraron a una Europa desarrollada con el objetivo de dejar atrás las miserias de un país pobre, rural y en gran medida analfabeto. Desde entonces a la actualidad han cambiado muchas cosas que no permiten asemejar en ningún aspecto ambas situaciones.
Hace 50 años los españoles pusieron rumbo a lugares como Alemania, Francia y Suiza como trabajadores no cualificados. Sus tareas eran las que los nacionales de aquellos países no querían desarrollar: necesitadas de un gran esfuerzo y gratificadas con un escaso sueldo. Sus posibilidades de encontrar un empleo se limitaban a las labores del campo, trabajar como peones en las fábricas o las tareas del hogar. Primero iban los hombres y cuando lograban reunir el dinero suficiente llevaban consigo a sus familias para, tras ahorrar una cantidad suficiente, regresar todos a España.
Ahora, ni son tantos los españoles que emigran ni su perfil es el mismo. Se trata de trabajadores por regla general con una media/alta cualificación, como demuestra el interés de países como Alemania o Brasil en contratar ingenieros o médicos españoles. Para la profesora Carolina Montoro, los emigrantes de la década de los 60 «ocupaban nichos laborales de nivel bajo, sin embargo ahora los españoles están muy bien formados y eso les ofrece muy buenas oportunidades en los países de destino». La preparación académica y conocimiento de idiomas es también muy distinta. Los emigrantes actuales disponen de una facilidad mucho mayor para integrarse en otras culturas aunque según Montoro para ellos resultará fundamental que «se incorporen a puestos de trabajo que correspondan a su formación». Tampoco las perspectivas de futuro son las mismas. La mayoría de las personas que abandonan hoy el país se propone regresar a España cuando las condiciones laborales así lo permitan, pero su mayor facilidad para integrarse y la existencia de una red de transporte que facilita los desplazamientos largos también puede influir en que acaben fijando su residencia en el extranjero.
El lugar que se abandonó o abandona en cada caso no es el mismo. La España de los 60 era un país subdesarrollado industrialmente. Hoy, pese a las dificultades que atraviesa, sigue estando colocada en el ránking entre las primeras economías del Mundo. Los derechos de unos y otros españoles tampoco son los mismos. Hace 50 años los emigrantes eran tratados como ciudadanos de segunda. Hoy lo son como europeos. En resumen, las maletas no son ya de cartón.