«Dos y dos son cinco para el führer»
George Orwell anticipa en sus misivas parte de '1984' y la situación geopolítica tras la Segunda Guerra Mundial
Actualizado: GuardarEl 'blitz' había amainado sobre los cielos británicos en 1944. Los aviones alemanes ya no llegaban con tanta facilidad a las ciudades galesas e inglesas como en años anteriores, cuando la RAF era incapaz de parar a los pilotos de la Luftwaffe. No obstante, todavía eran capaces de alcanzar Londres y soltar su mortífero cargamento. «Mientras escribo esto, seres humanos muy civilizados vuelan sobre mi cabeza tratando de matarme», apunta uno de los miles de ciudadanos que soportaron las bombas germanas mientras intentaba pone su granito de arena para lograr la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial. Eric Arthur Blair (Motihari, India, 1903- Londres, 1950) es el autor de esa reflexión, aunque nunca la firmó con ese nombre. El mundo lo conocería por el de George Orwell.
El escritor angloindio ayudó en la Home Guard, un cuerpo defensivo de voluntarios en suelo británico; trabajó en la BBC para el servicio destinado a India y el Este asiático y, en 1943, se convirtió en columnista y editor literario de la revista semanal Tribune. Este puesto le proporcionó un buen número de cartas de admiradores y detractores anónimos y conocidos que Orwell contestaba. Una profusa comunicación postal que el escritor mantenía desde muy joven. Ahora, una editorial inglesa -Liveright- publica una reedición actualizada de 'George Orwell. A life in letters', un libro que recoge algunas de esas cartas, donde se desvelan todo tipo de asuntos: pensamientos filosóficos, las reglas del croquet, su visión sobre los duendes, la sensación que le produjo la Guerra Civil española en Barcelona -en la que participó como soldado y luego plasmó en 'Homenaje a Cataluña'- o sus predicciones de cara al futuro después de la Segunda Guerra Mundial.
El 18 de mayo de 1944, Orwell le contesta a Noel Willmett, quien le cuestionaba sobre el culto a la personalidad y los totalitarismos. El escritor esboza en su contestación algunas de las ideas que cinco años más tarde verían la luz en '1984' (1949). «Me temo que, desgraciadamente, el totalitarismo está creciendo en el mundo», indica Orwell en su contestación. Además ofrece un pronóstico de lo que iba a suceder en meses posteriores, prediciendo la victoria aliada: «Hitler pronto desaparecerá, pero solo a costa de fortalecer a: 1) Stalin 2) los millonarios americanos e ingleses y 3) todo tipo de pequeños 'führers' al estilo de De Gaulle». Y, además, le ofrece al señor Willmert como cree que será la situación geopolítica. «Si la clase de mundo que temo llega, un mundo de dos o tres superestados que no puedan conquistarse el uno al otro, entonces dos y dos serán cinco si el führer así lo quisiera. Eso hasta donde puedo ver, es la dirección en la cual nos movemos», indica Orwell en su reflexión sobre los totalitarismos.
Unas ideas que luego reflejaría en '1984', donde las personas han perdido sus pensamientos, la personalidad y su capacidad de decidir. Todos vigilados por un gran hermano. Además de su acertada visión de futuro, Orwell también alerta de la debilidad de las mentes pensantes británicas. «La mayor parte de la élite intelectual inglesa se opone a Hitler, pero solo a cambio de apoyar a Stalin. La mayoría de ellos apoyan métodos dictatoriales, policías secretas y la sistemática falsificación de la Historia siempre que beneficie 'a los nuestros'», comenta.
Economía
Cuando Orwell escribe la carta, reside en el barrio londinense de Mortimer Crescent, donde cayó una de las famosas bombas V1 alemanas, lo que hace reflexionar a Orwell sobre el sentido de la guerra: «Ellos no sienten ninguna enemistad hacia mí como individuo. Yo tampoco hacia ellos. Solo están haciendo su trabajo. La mayoría de ellos, no tengo ninguna duda, son buena gente y jamás cometerían un asesinato en su vida privada. Por otro lado, si alguno consigue matarme hoy, tampoco tendrá ninguna pesadilla. 'Están sirviendo a su país' y eso parece que les absuelve de todo mal».
En su análisis, George Orwell no se olvida de la economía, que está casi obligada -recordemos que estamos hablando de 1944- a estar centralizada. «Están hechas (las economías) para funcionar en un sentido económico pero no están organizadas democráticamente y tienden a establecer un sistema de castas», añade el autor de '1984'.