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Nadal sigue de dulce

Luchará en Cincinnati por su noveno título de la temporada ante el norteamericano John Isner

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Rafael Nadal continúa en un estado de forma asombroso. Sigue en esa nube a la que ha llegado gracias a un servicio muy mejorado y a una derecha que es dinamita. En el Masters 1.000 de Cincinnati, donde va a jugar su primera final ante Isner, buscará su noveno título de esta campaña. Y todo ello después de estar siete meses lesionado. En esta ocasión, el sufrimiento le tocó a Berdych, que cayó por 7-5 y 7-6 (4). No hizo mal partido el checo, pero no es un número uno. Su tenis directo y agresivo chocó con la solidez de Nadal, que lleva ya nueve victorias consecutivas, 52 ya en este 2013. Y no es solo eso. Si gana este domingo a Isner volverá a ser el número dos del mundo. Y todo ello sin sumar ningún punto en el US Open, la Copa Masters o el Open de Australia.

En semifinales de Cincinnati, hasta el final del primer parcial, los juegos volaron. Y en ese contexto, Nadal, sorprendentemente, se sintió cómodo. Eso sí, en minuto y medio Berdych era capaz de cerrar su saque. Los puntos con el primer servicio del checo eran la mayoría réplicas: una bomba de primer servicio y derecha ganadora. Ese era su ‘modus operandi’. Lo que salía de ese patrón suponía sufrimiento para el sexto favorito del torneo. Pero esos problemas no llegaron al principio del set, en el que Nadal estuvo frío desde el fondo de la pista.

Saque demoledor de Nadal

Sin embargo, con su servicio el de Manacor era aún más intratable que Berdych. Llama la atención la mejoría de su saque desde que fue eliminado en primera ronda de Wimbledon. Sus tres primeros servicios fueron en blanco –en los cuatro primeros juegos al resto, Berdych solo hizo un punto-. Los tres siguientes los sacó adelante sin ningún problema. Mientras, el partido seguía según el guion previsto hasta que llegó el momento de Nadal: la hora de la verdad del set.

Con 5-5 se puso serio. Sabía que el pasaporte para el primer set pasaba por ese juego. Fue inteligente. Además, le dio la razón el ‘ojo de halcón’ en el momento justo, lo que descentró a Berdych. Y el checo dudó; es decir, se inmoló. Se arrugó, como hace la inmensa mayoría ante el balear. Nada nuevo, nada extraordinario, pero sí decisivo. Se trata de esa pequeña diferencia que separa a los números uno de los que no. Un contraste que confirmó Nadal cerrando la rotura de servicio en la primera oportunidad que tuvo, la única que dispuso en todo el set. Así ganó ese juego y así se hizo posteriormente con la primera manga.

Hay dos datos que resumen el buen primer set del manacorense: conectó 18 tiros ganadores y ganó el 91% de los puntos con su primero. Sin embargo, después de que Berdych apenas hiciese cuatro puntos al resto en el primer acto, el checo no se dejó llevar. Es más, espabiló al resto. Con sol y sombra en la pista, Nadal no fue capaz de abrir brecha. Y lo pagó. Tras aflojar con su saque y conceder más regalos que en el primero, cedió su servicio por primera vez. Y con más corazón y alma que juego le devolvió el ‘break’ al checo.

Su saque seguía diluyéndose. Llegó a hacer tres dobles faltas en el mismo juego. Pero consiguió mantenerse vivo. Siguió metido en un partido que se decidió en la muerte súbita; es decir, en territorio Nadal. Un ‘passing shot’ por aquí, un buen saque por allí o una espectacular derecha por allá fueron demasiado para Berdych, que hincó las rodillas y se rindió ante el mejor jugador del año. Un Rafa Nadal que sigue de dulce.