Año I de Neymar en el Barça de Messi: va por Tito
El brasileño y el argentino deben hacer funcionar una sociedad que algunos han puesto en duda
BARCELONAActualizado:El mejor Barça de la historia no fue suficiente. Los 100 puntos sumados para conquistar la última Liga supieron a poco por culpa de la evidencia de que el equipo azulgrana había perdido algunas de las señas de entidad que le convirtieron en la sensación mundial. El Bayern de Múnich, en la Liga de Campeones, descubrió las carencias de un conjunto muy 'tocado' físicamente y frágil psicológicamente por las desgracias que le golpearon. El Madrid ya había sido muy superior en la Copa del Rey en enero. El brillante título liguero no bastó. Había que cambiar algo, y en eso trabajó el club culé, animado por la aparente recuperación de Tito Vilanova de su enfermedad.
En aquella semifinal europea se acabó pagando la 'Messidependencia'. Leo acabó la temporada lesionado y el equipo se quedó sin referencia. Aquello no podía volver a pasar. Por eso, antes de la Copa Confederaciones, se aceleró el fichaje de Neymar, oficialmente por 57 millones de euros, que tras la exhibición del brasileño en el torneo de selecciones se dieron por bien invertidos. Johan Cruyff, el jefe del entorno, cuestionó que pudieran convivir «dos gallos en el mismo gallinero». Y los dos cracks serán examinados con lupa de forma inevitable. Su fútbol y sus gestos. De poco sirve que Neymar llegara con un discurso tan aprendido como aplaudido, con la humildad por bandera, poniéndose al servicio de Messi para ayudarle a seguir siendo el mejor jugador del mundo. Sus primeros días son prometedores. Pasan mucho tiempo juntos. Tienen la voluntad de entenderse y de conectar. El tiempo dirá si la nueva sociedad funciona.
Se fueron jugadores emblemáticos como Abidal, Villa y Thiago. El francés firmó con el Mónaco tras dejar el club entre lágrimas, dolido porque no le ofrecieron un año más tras superar un trasplante de hígado. El vestuario notará la ausencia de una de esas personas que cohesiona el grupo. El asturiano se marchó al Atlético por una cantidad ridícula (2,1 millones que podrían ser 5,1 dentro de tres años) para su prestigio con tal de ahorrar su alta ficha del último año de contrato (11). También se añorará al Guaje, otro de los que siempre piensa en el colectivo. Y el internacional Sub-21 aprovechó su cláusula de rescisión decreciente (18) para irse con Pep Guardiola al Bayern, que acabó pagando 25 millones.
Fueron operaciones dolorosas, como lo hubiera sido el adiós de Víctor Valdés, quien al final se quedará hasta el 30 de junio de 2014, fecha en la que acaba contrato. Un mal menor. También seguirá Cesc Fàbregas, quien dio pie al Manchester United para que planteara ofertas de más de 35 millones. Tampoco se irá, obsesionado con triunfar en el club de sus sueños, pero quiere sentirse más importante y, con Busquets, Xavi, Iniesta, Messi y Neymar como teóricos fijos en los partidos más mediáticos, tendrá que pelear con Alexis, Pedro y Tello por una plaza.
Con la intención de buscar el mejor acoplamiento posible a Neymar y de dejar de ser tan previsible en lo futbolístico comenzó la pretemporada de la mano de Tito Vilanova, pero lo más doloroso estaba por llegar. El técnico tuvo que renunciar a su cargo en julio porque se le reprodujo el tumor en la glándula parótida que ya le obligó a pasar por el quirófano y seguir un tratamiento en Nueva York durante dos meses la pasada campaña. Fue un golpe durísimo que obligó al club a reaccionar con rapidez y sin margen de error. Y el elegido, tras unos pocos días de quinielas en las que aparecían técnicos con contrato en vigor como Luis Enrique (Celta), fue Gerardo 'Tata' Martino, argentino de Rosario, como Messi, técnico que hizo campeón a Newell's y que completó una gran Mundial 2010 al frente de Paraguay con un estilo ofensivo similar al del Barça.
Desde el primer momento, Martino ha hecho público su objetivo: recuperar la presión avanzada del Barça en campo contrario, la clave del Barça que ganó dos Ligas de Campeones a las órdenes de Pep Guardiola en 2009 y 2011. Y los jugadores han repetido ese mensaje en sus comparecencias ante los medios de comunicación, conscientes de que ese era el factor que les hacía diferentes. En la pretemporada se ha apreciado un aumento de la competitividad de hombres que parecían dormidos y que ahora ven que se les abren nuevas oportunidades. Canteranos con empuje como Bartra, Montoya y Sergi Roberto, por fin un interior distinto a lo que hay por su recorrido, están llamados a tener más oportunidades. Para que el equipo no llegue tan debilitado al tramo final de la temporada serán necesarias las rotaciones. Y para ejecutarlas es obligado tener carácter y exponerse a perder el apoyo de algún peso pesado de la plantilla que crea que tiene que jugarlo casi todo. Y no solo es el caso de Messi.
El Barça 2013-14 defiende el título de Liga, pero por primera vez en los últimos años, obligado por las circunstancias, la renovación es visible y eso convierte su rendimiento en una incógnita. Tito Vilanova se marchó dejando un mensaje que Xavi reveló: «Nos pidió que quisiéramos al Barça». El equipo quiere dedicar a su ex entrenador una gran temporada. Y, para eso, hacen falta más que buenas palabras o mejores intenciones. Para presionar y robar el balón cerca del área rival son necesarios energía, físico, concentración, unión, solidaridad y sacrificio. Si el Barça lo recupera podrá competir por la hegemonía en Europa. Si no lo hace tendrá que conformarse con pelear con el Madrid por la Liga. Y en un campeonato bipolar, eso volvería a saber a poco.
El año I de Neymar permitirá también comprobar si Messi mantiene su voracidad. El devora récords tiene otras dos cifras monstruosas a su alcance: si suma más de 36 goles en la Liga, algo que ha hecho en los dos últimos cursos, superará el récord absoluto de Zarra (251). Y si logra más de 12 en la Liga de Campeones podrá con el registro de Raúl (71). Con Leo motivado, todo es más fácil.