Un Madrid instalado en el optimismo
El equipo blanco abre una nueva etapa con Ancelotti al frente y con un estado de ánimo que desborda ilusión
MADRID Actualizado: GuardarEn el Real Madrid se ha instalado la felicidad. Apenas tres meses después del final de la pasada Liga, en la casa blanca han pasado de un estado de frustración y del ambiente sucio y enrarecido constante al 'buenrollismo' y la felicidad casi absoluta. Todo ha ido bien en este verano para los merengues y se respira satisfacción en cada ladrillo del Bernabéu.
Suena a nuevo ciclo, y los movimientos dados desde las oficinas del club así parecen indicarlo. Florentino Pérez ha dado el mando al deseado, a Carlo Ancelotti. El italiano, de momento, no ha hecho más que sumar a su favor. En sus declaraciones ha ido repartiendo halagos a la entidad -«el Madrid es el mejor club de la historia»-, a la plantilla -«es el mejor equipo que he entrenado nunca»- y a los pesos pesados -«Casillas nos ha ayudado a ganar», «Cristiano jugará donde quiera»-.
Y, además, quiere jugar bien. El transalpino persigue un nuevo modelo, con un equipo poderoso, dominante, que controle el balón y al rival, pero que también conserve el juego directo que le convierte en letal en apenas unos segundos, que mantenga esa facilidad para sacar de la chistera una jugada de la nada que, a la velocidad del rayo, se transforma en gol.
En la pretemporada, los jugadores se han acercado bastante a lo que su jefe quiere que hagan. En los ensayos ante rivales de nivel -Inter de Milán, Everton o PSG-, han dado la talla de equipo grande con instinto asesino. Salvo por algunos desajustes defensivos, las pruebas no han podido ir mejor. Las cosas han marchado tan bien que, incluso, algunos han tenido tiempo de tomarse la revancha de cuentas anteriores con Mourinho en la final del torneo International Champions Cup.
Para llevar a cabo su planteamiento futbolístico, Ancelotti va a contar con la plantilla más extensa de la Liga, con jugadores de gran calidad que le permitirían organizar dos onces iniciales que optarían a cualquier título y que le abren la posibilidad de optar por múltiples variantes tácticas.
El Real Madrid ha fichado futuro y talento y ha decidido renovar la plantilla con algunos de los jóvenes más brillantes de la selección española 'sub-21' campeona de Europa.
El fichaje de Isco aporta creatividad, imaginación y un último pase a espacios imposibles tan necesario ante defensas de diez jugadores; Illarramendi es el nuevo Xabi Alonso, el mariscal de campo de la próxima década del Madrid y de la selección; Carvajal regresa como el mejor lateral diestro de la Bundesliga para revitalizar una zona en la que Arbeloa campaba a sus anchas sin rival natural. Y, desde la propia cantera, también llegan jugadores con tantas ansias de triunfar como posibilidades de lograrlo. Morata y Jesé son los últimos mirlos blancos en llegar directamente desde el filial al primer equipo y han demostrado que suben para quedarse. Y la inversión en el año pasado cedido Casemiro ha resultado ser una operación magnífica, con el joven brasileño apuntando a una ya no tan sorprendente titularidad tras unas semanas deslumbrando a los aficionados y al propio cuerpo técnico.
Si a estos puntos positivos añadimos el paso adelante de Modric, en un estado óptimo de forma y asumiendo la responsabilidad organizativa en el centro del campo tras un año de adaptación y de rendimiento irregular; o la sonrisa de Benzema, que parece más seguro tras quedarse como único nueve de referencia por la salida de Higuaín y con el apoyo de Zidane desde el banquillo; nada parece que pueda ir mal. Además, Cristiano Ronaldo, al que el entrenador le permite libertad absoluta sobre el césped, ha dado el enésimo paso adelante de su carrera y parece incluso mejor que en campañas anteriores, con galones de líder, el mismo acierto rematador y más generosidad y asociación con sus compañeros.
Incluso las ventas han salido mejor de lo esperado. Jugadores de rotación como Albiol, Callejón, o el propio Higuaín han sido traspasados a precios de estrella y las arcas blancas se han llenado, lo que ha permitido asumir sin grandes aspavientos los costosos fichajes del centrocampista de la Real Sociedad y del 'Goden boy' malagueño (30 millones cada uno).
Los objetivos están claros: la ansiada 'Décima', doce años después de la última 'orejuda', y acabar con la hegemonía en el campeonato local del Barça, que ha ganado cuatro de los últimos cinco títulos. Mimbres hay para ello.
A la espera de Bale
La guinda del merengue se llama Gareth Bale. El galés fichará por el Madrid porque la situación a la que se ha llegado es de no retorno para las tres partes implicadas. Florentino Pérez no puede dejar que se le escape la única joya que queda en el mercado después de apostar al máximo por ella. Pese a que sus insinuaciones de que «cien millones por un jugador o por cualquier cosa es mucho», por prestigio y por cuestiones estrictamente deportivas, es un jugador que, parafraseando al presidente blanco, «ha nacido para vestir la camiseta del Madrid».
El Totenham tiene que vender porque cerraría la operación más cuantiosa de la historia del fútbol. Además, de no hacerlo, se quedaría con un jugador insatisfecho, actualmente en rebeldía, y que sería muy mal mirado por aficionados y compañeros tras el mayor culebrón del verano.
Por último, al todoterreno de Cardiff no le queda otra que cambiar de aires tras los plantes y desplantes a los 'spurs'. El niño mimado se ha convertido en un imberbe consentido y quejicoso ante los ojos de los seguidores londinenses. Pero Bale sabe que el Bernabéu es el lugar en el que va a encontrar aquello a lo que aspira como futbolista: un equipo para el que una final no es suficiente si no levanta la copa de campeón, un club que transforma a sus jugadores en estrellas mediáticas y una ficha que asegura el sustento de los Bale del futuro.