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El secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ferre, en una de sus últimas comparecencias públicas. :: EFE
Economia

Seis de cada 10 empresas declaran pérdidas en sus resultados a Hacienda

La recaudación del impuesto de sociedades se ha desplomado un 63% desde el inicio de la crisis y ya apenas supone la mitad que el IRPF

J. A. BRAVO
MADRID.Actualizado:

El reparto de las cargas fiscales durante esta larga crisis ha resultado muy desigual, tanto porque algunos ámbitos y sectores pagan más que otros -los asalariados muy por encima de las empresas- como por el hecho de que el más pequeño, una vez más, resulta el mayor pagano a la hora de saldar la factura de los excesos que vivió España en la última etapa de bonanza. Los datos de la última memoria tributaria, publicada ayer por el Ministerio de Hacienda, lo confirman.

Desde 2007, el último año de aquella 'fiesta' económica, la recaudación del impuesto de sociedades se ha desplomado un 62,9%, pasando de 44.823,2 millones de euros a 16.610,7 millones, una caída sin parangón en la historia tributaria española. Cierto es que todos los ingresos fiscales se han reducido durante la crisis (2011 es el último ejercicio con datos oficiales de la Agencia Tributaria), pero no en la misma medida: el IVA lo hizo casi un 26% (con 8.800 millones menos), los impuestos especiales (alcohol, tabaco y carburantes) un 45% (5.300 millones menos) y el IRPF (15.500 millones menos) casi un 32%, pese a lo cual su aportación a las arcas públicas (33.544 millones) duplica ya la procedente de las empresas.

La principal consecuencia de tanto descenso -tan temida como esperada por los responsables de Hacienda- es que las bases imponibles del conjunto del sistema (lo que grava realmente el fisco) se han visto mermadas en 210.000 millones de euros, más del 20% del Producto Interior Bruto). Y la bajada no se detuvo en 2011 (-2,7%), continuó el año pasado (-3%) y prosigue en el presente ejercicio (-5,7% al cierre del primer trimestre), siempre muy por encima del descenso de la actividad económica (con inflación o sin ella). A efectos fiscales, el dinero sobre el que realmente tenemos que tributar se ha reducido a una cuarta parte desde 2009, pasando de 1,3 a 1,09 billones de euros.

Para buscar una explicación a lo ocurrido no hay que ser un gran especialista: la recesión, tanto en sus primeros inicios como en su ahora aparente final, ha pasado una dura factura. Así, la destrucción de empleo y la moderación salarial han hecho que las bases imponibles de las rentas (sobre todo el trabajo vía IRPF, aunque también las empresariales y el ahorro) estén recortándose a un ritmo del 3% interanual, tres veces menos de lo que lo hacen las correspondientes al gasto (básicamente a través de los impuestos indirectos), con una caída del 9%.

También en ambos casos ha crecido en distinta medida la presión fiscal. Partiendo de un aumento medio del 10,5% en el último año debido a las últimas subidas impositivas que aprobó el Gobierno, en el caso de las rentas (procedan de un salario o no) se elevó un 5,8%, tres veces menos de lo que lo hizo en el gasto (+16,8%) por el alza del IVA.

Empresas vs hogares

Y si hablamos de diferencias, también entre personas físicas y sociedades se hacen patentes. El tipo efectivo por el que tributaron las empresas en 2011 fue del 11,6% -en 2010 fue del 18,7%, pero el aumento de las perdidas ayudó a reducir su carga impositiva por efecto de la compensación-, menor incluso que el que soportaron los hogares (12,4%). A ello ayudó que el 59% de los 1,4 millones de empresas españolas activas en 2011 -es decir, seis de cada 10- declararan haber tenido números rojos, una tendencia que se agudizó entre 2007 y 2008 con aumentos superiores al 14%.

Aunque también entre ellas las diferencias de clases se notan en la factura fiscal. El ejemplo más claro es el de los grupos consolidados, una figura cada vez más recurrente porque permite a las grandes compañías compensar las ganancias de sus sociedades más exitosas con las pérdidas de las que marchan peor, consiguiendo así reducir al mínimo su tributación. En 2010, según la memoria referida, registraron 89.490 millones de beneficios frente a los 66.895 millones de ganancias logrados por las empresas individuales, la mayoría pequeñas y medianas.

Pese a que esos grandes grupos ganaron un 25% más que sus colegas individuales (sobre todo, pymes), estos últimos tuvieron que pagar dos veces más al fisco (10.250 millones frente a 4.500). El motivo: el aún amplio -aunque Hacienda ha ido metiendo poco a poco la tijera- catálogo de exenciones y beneficios fiscales, que permitió que solo tributaran a un tipo del 5% sobre sus beneficios frente al 15% que se aplicó al resto de empresas.